¿POR QUÉ BOSTEZAMOS?

¿Por qué abrimos demesuradamente la boca, inspiramos durante un rato y la volvemos a cerrarla cuando tenemos sueño o nos aburrimos? La respuesta no es fácil y los expertos no se ponen de acuerdo. “no está tan claro que sea como creemos porque nos aburrimos, sino que da la impresión, por los estudios de los últimos años, que es más una cuestión de empatía”, explica el profesor Manuel Díaz-Rubio.

Díaz-Rubio explica que el bostezo está relacionado con los ritmos diarios más primitivos como dormir, despertar, relajarse o reproducirse. La teoría más aceptada para explicar este comportamiento motor es su relación con nuestra capacidad de empatía. De ahí que aparezca con mayor frecuencia, en situaciones de familiaridad, entre amigos y conocidos. Y en función del grado de empatía que sintamos con quienes nos acompañen se hace más contagioso.

Algunos estudios relacionan el bostezo con el hipotálamo, una zona del cerebro encargada precisamente de regular funciones básicas como el hambre, el sueño, la temperatura o el comportamiento sexual, indica Díaz-Rubio. Tendría cierta relación con el neurotransmisor dopamina, que se va perdiendo al envejecer y explicaría por qué con los años se bosteza menos, indica como curiosidad. La creencia común es que el bostezo ayuda a aumentar el suministro de oxígeno. Otras teorías apuntan a que el bostezo facilitaría apertura de los alveolos o incluso la ventilación del oído medio. Y todo es es posible como justificación a esa forma de abrir la boca de forma tan tremenda y forzada, explica este experto.

¿Cuándo bostezamos más?  

Habría, según este estudio, zona térmica óptima o gama de temperaturas ambiente alrededor de 20º C que favorecen el bostezo y su contagio. Por el contrario, este contagioso gesto se produce y propaga menos con temperaturas próximas a los 37 ° C en el verano de Arizona o en las frías condiciones del invierno de Viena.

Según esta hipótesis, bostezar dejaría de ser funcional cuando la temperatura ambiente es tan caliente como la del cuerpo, y tampoco parece necesario abrir mucho la boca, o incluso puede tener consecuencias perjudiciales, cuando las temperaturas son muy bajas.

En cualquier caso, dada la importancia de las posibles funciones que cumpliría, no está de más seguir el consejo del profesor Díaz-Rubio, que no es otro que provocar el bostezo antes de una situación muy extrema que suponga tensión porque oxigenaría más y nos ayueroda a relajarnos. Y si hacemos caso a la última investigación, también aclararía nuestra mente y hBRÍA que utilizarlo de forma terapéutica, igual que la risa dicen los expertos.

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