GENES DESCUBRIDORES DE LA IDENTIDAD FACIAL



 Aunque pueda sonar a ficción televisiva, existe un trabajo en el que se pueden llegar a relacionar los genes con los rasgos faciales de una persona, dicho trabajo lo llevó a cabo Peter Claes.
El experimento se hizo al revés, de la cara a los genes, para ello se seleccionaron a 592 voluntarios de entre 18 y 40 años, para no añadir el factor del envejecimiento, se tomaron imágenes tridimensionales de sus caras y se establecieron siete mil puntos de referencia, se observaron sus genomas y se buscaron las variaciones una letra de la cadena, (los SNP), sobre todo en genes que estaban relacionados con la cara, porque tuvieran mutaciones que causaban deformidades.
En total se centraron en 24 mutaciones de 20 genes. El resultado fue lo que conocemos como retrato robot.
Establecidas las mutaciones y el aspecto de los mutantes se escribió un algoritmo informático que lo relacionaba. El aspecto más exacto de la cara como por ejemplo distancias entre ojos o ancho de nariz se codificó.
Debido a la globalización y el mestizaje no se pueden clasificar los rasgos; ni si quiera el color de la piel, por eso prefieren utilizar la población de Cabo Verde, pues tienen una mezcla reciente, favoreciendo así encontrar SNP asociados a rasgos como los que trata el artículo.



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