¿MUESTRAN LAS MUJERES EL MISMO INTERÉS POR LA CIENCIA?

En 1964, el antropólogo Claude Lévi-Strauss escribía en el primer volumen de sus Mitológicas que
“el científico no es la persona que da las respuestas correctas, es el que hace las preguntas correctas”. La semana pasada se conocieron los resultados de la encuesta sobre percepción social de la ciencia que elabora la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt). Uno de los resultados más llamativos es la diferencia de interés espontáneo por la ciencia y la tecnología entre hombres y mujeres. El de ellos llegaba al 20,4% y el de ellas se quedaba en la mitad, el 9,9%. Una diferencia similar se ha mantenido estable durante la última década, y es parecida en todas las edades. “Tenemos que ver qué podemos hacer, buscar el origen”, decía la secretaria de Estado de I+D+i, Carmen Vela.
En opinión de Capitolina Díaz, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), una de las explicaciones para explicar el resultado es la forma de plantear las preguntas. La gran brecha entre hombres y mujeres tiene su origen en esta pregunta: “A diario recibimos informaciones y noticias sobre temas muy diversos. Dígame, por favor, tres temas sobre los que se sienta especialmente interesado/a”. En ese ámbito, la ciencia compite con el paro, la educación o la sanidad. Sin embargo, como explica la propia Fecyt, “cuando se les pregunta por el interés declarado, es decir, se les ofrece un listado de áreas temáticas y se les pide que expresen su interés entre 1 y 5, la brecha es más pequeña". En 2014, el 44,8% de los hombres está muy o bastante interesado en ciencia frente al 35,7% de las mujeres.
Según Díaz, Fecyt comete un error en su cuestionario al caer en los estereotipos de lo que es ciencia. “Fecyt no considera ciencia la biomedicina y no digamos ya las ciencias sociales y las humanidades”, plantea. “Sin embargo", continúa, "cuando se pregunta a las mujeres por su interés por la salud o las ciencias de la salud, está entre lo más valorado”. En la encuesta, el interés de las mujeres sobre salud y medicina es del 72,1% frente al 56% de los hombres.
En esta misma línea se pronuncia Paloma Alcalá, profesora de secundaria de física y química y especialista en mujeres y ciencia del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense. "Se separa de la ciencia y la tecnología, precisamente, salud, medioambiente y alimentación, que son los temas que más interesan a las mujeres", apunta. "En los institutos vemos que hay una diferencia sobre todo en tecnología, pero eso también tiene que ver con que se plantea una visión antigua de la tecnología, de artefactos, palancas... No hablamos, por ejemplo, de una prótesis ocular, que puede ser algo que seguramente interesará más a las chicas, que necesitan más un contexto social para la tecnología", indica.
La diferencia de interés, por tanto, tiene que ver con qué se considera ciencia. Como señal de esperanza, Fecyt afirma que muchas de sus actividades “suscitan el mismo interés en niños que en niñas”. “Un caso concreto son los Campus Científicos de Verano, donde se ha dado la circunstancia de que tanto el número de solicitantes como el de participantes ha sido mayoría las niñas que los niños, un dato importante porque la selección se hace por expediente académico y la decisión de presentarse es del propio estudiante”, concluyen.
Existe, por tanto, una distinción, tanto en el interés reflejado en encuestas como la de la Fecyt como en la presencia académica y profesional, entre distintos ámbitos de las ciencias. Según un análisisdel Ministerio de Economía y Competitividad de 2013, las mujeres ya han superado a los hombres en tesis leídas en Salud, Educación o Humanidades, y todavía permanecen por detrás en ingeniería, donde solo suponen el 30% del total. Partiendo de una situación de práctica ausencia femenina en cualquier ciencia hace no demasiadas décadas, se plantea la pregunta de por qué en unos ámbitos se ha avanzado más rápido que en otros.

La investigadora ICREA de la Universidad de Barcelona (UB) Pepa Toribio cree que un papel determinante de esta diferencia puede encontrar explicación en los estereotipos. La filósofa cita como ejemplo de lo que plantea un estudio reciente publicado en la revistaScience. En él, se trata de explicar por qué, por ejemplo, frente al 54% de mujeres con un doctorado en biología molecular en EE UU, solo un 31% logran alcanzar ese reconocimiento en filosofía.
En ese estudio se plantean tres hipótesis. La primera, que las mujeres no eligen carreras con una dedicación excesiva que les aparte de intereses alternativos como los hijos, se descartó comparando el tiempo y el esfuerzo necesarios para progresar en carreras como las biomédicas, con gran presencia de mujeres. La segunda, que las mujeres tengan una menor capacidad para el pensamiento abstracto, se refuta con ejemplos como la filosofía lingüística, un ámbito con gran presencia de mujeres pese a ser una especie de matemáticas del lenguaje. La tercera hipótesis, y la que mejor explica para los autores la diferencia de representación entre unas disciplinas y otras, se debe a la creencia de que en algunos ámbitos académicos el éxito requiere un talento innato que, según el estereotipo, las mujeres no poseen.
Toribio, refiriéndose al estudio, recuerda cómo los estereotipos están presentes en toda nuestra cultura. “La genialidad, que se considera necesaria para la astrofísica o la filosofía, suele ir asociada a papeles masculinos. Un ejemplo es Harry Potter, un chico que tiene un don especial, algo innato”, explica. Sin embargo, su compañera Hermione solo puede realizar importantes hazañas a base de mucho esfuerzo.
Además de requerir una mayor presencia de mujeres en todos los ámbitos de la ciencia, como las conferencias, los comités de expertos o los Premios Nacionales de Investigación, como mencionó Vela cuando presentó la encuesta de la Fecyt, una reclamación común son más “narrativas de éxito”. “La protagonista de la serie Bones, una científica muy competente, es una mujer, aunque como trabaja en un laboratorio para resolver asuntos policiales a veces no se piense en ella como una científica”, señala Díaz. “Pero este tipo de personajes en series de éxito son importantes para hacer más atractiva la ciencia para las mujeres”, continúa. “Además, es importante que se muestre tanto a hombres como mujeres de ciencia con una vida social completa, personalidades equilibradas”, propone. "Hacen falta modelos de mujeres científicas que no sean necesariamente excepcionales como Madame Curie, mujeres normales", remacha Alcalá.

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