LA CURIOSA REPLICACIÓN DE LAS ANTIGUAS BACTERIAS


En el proceso que llevó desde sustancia inerte a la vida, las bacterias juegan un papel fundamental. Su estructura actual, con ADN y una cubierta, es la base de las células de los seres más desarrollados. De hecho, alguna de las complejidades de nuestras células, como la existencia de mitocondrias, se atribuye a una especie de simbiosis entre bacterias; una mayor, que sería el origen de nuestras células, y otra, menor, que integrada se convertiría en la mitocondria, un orgánulo indispensable porque, entre otras cosas, es donde se sintetizan las moléculas que contienen la energía, el ATP.


Pero las bacteria también evolucionaron. El descubrimiento de que en algunos casos carecen de pared –lo que se denomina forma L- apunta a que esa estructura protectora, que hoy tienen casi todas, fue una adquisición evolutiva. Pero la capacidad para dar marcha atrás no se perdió. En algunos casos, bacterias normales vuelven a su estado primigenio. Son lo más parecido que podemos ver de cómo eran hace 4.000 millones de años.

Aquellas estructuras tenían otra peculiaridad. Aparte de carecer de pared, tampoco tenían las proteínas necesarias para la división bacteriana normal (las proteínas son como las nanomáquinas que realizan todos los procesos celulares). Pero el hecho es que se dividían, que es su manera de reproducirse.

Las causas no son tanto biológicas, sino físicas. Igual que una pompa de jabón se divide en dos cuando se alcanza una determinada relación entre el volumen de su contenido y su superficie, en estas bacterias parece que el sistema de formación de vesículas y su separación tiene causas parecidas pero al revés: cuando aumenta la superficie, se forman vesículas que se separan.

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