DESCUBRIENDO CALAMAR GIGANTE


 Cientos de expediciones, proyectos científicos y líneas de investigación han estudiado el calamar gigante desde que el biólogo danés Japetus Steenstrup lo describió por primera vez en 1857 y lo bautizó como Architeuthis dux, el príncipe de los calamares, pero más de un siglo y medio después, sigue rodeado de misterio. Los enigmas se multiplican alrededor de una especie que para muchos continúa asociada a las historias del Kraken de grandes tentáculos de Escandinavia.




     ¿Qué edad puede alcanzar el calamar gigante?, ¿cómo es la cópula?, ¿cómo es la fecundación?, ¿dónde ponen los huevos?, ¿cómo son los huevos?, ¿cómo son sus estrategias de caza?, ¿cómo se han distribuido por todo el mar convirtiéndose en una especie cosmopolita? y ¿cómo son sus migraciones? El libro intenta responder a estas ocho preguntas. Son los retos que, a juicio de Ángel Guerra, todavía tienen por delante los investigadores. Cuestiones que no tienen respuesta por la falta de apoyo económico a los proyectos para indagar sobre una especie "sin interés comercial" y por la dificultad inherente que presenta el estudio de una especie que "se resiste a la imagen" y que es difícil de encontrar para poder analizar.

    Del calamar gigante se encuentran cadáveres, ejemplares moribundos flotando en la superficie o restos en cachalotes o delfines, pero difícilmente se avista vivo. Géants des profondeurs relata los resultados de las campañas y expediciones que se han llevado a cabo desde 1996 para observarlo in situ y grabarlo en su medio natural y el gran logro de la cadena japonesa NHK y la estadounidense Discovery Channel. En el año 2012 lograron grabarlo por primera vez en las profundidades marinas a una profundidad de 630 metros a unos 15 kilómetros al este de la isla de Chichijima, en Japón.
 
    A pesar de esta resistencia a mostrar el rostro, los investigadores tienen registrados cerca de 700 registros de calamares gigantes varados o vistos en el océano, que le han permitido sacar conclusiones acerca de cuestiones como la alimentación y su condición de caníbal. 40 de esos cadáveres pasaron por el Museo del Calamar Gigante de Luarca (Asturias), pero las líneas de investigación y divulgación abiertas en este centro dependiente de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma) sufrieron un duro revés cuando en febrero de 2014 una ciclogénesis explosiva destrozó las investigaciones y provocó la pérdida de varios ejemplares y de 20 años de trabajo.

FUENTES

http://waste.ideal.es/calamargigante.htm

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