EL MITO DEL VAMPIRO, ORIGINADO POR ENFERMEDADES DE LA VIDA REAL

Los vampiros "chupa sangre" nacieron de la imaginación colectiva, y algunas enfermedades que asediaron a nuestros ancestros tuvieron mucho que ver en su creación. Antes de que la ciencia médica hiciera sus primeros amagos, las plagas, las epidemias y las enfermedades raras eran capaces de arrasar con toda una población. En ese contexto, sin ninguna explicación científica ni nada a lo que agarrarse, el boca a boca alimentó todo tipo de creencias, leyendas sobre la vida del más allá, sus seres y sus mitos. Entre ellos, el del vampiro.

Aquel muerto viviente, popularizado gracias a la novela de Bram Stocker Drácula (1897) y a otros escritores como Byron o Shelley, estuvo rodeado de elementos propios del folclore y las leyendas de la época. Sin embargo, ciertas enfermedades tuvieron un gran papel en la construcción de esta figura inmortal. Lo sobrenatural se hizo imprescindible para intentar dar respuesta a aquellas patologías.

Sensibilidad a la luz, entierros en vida y vampirismo

Según los estudiosos, el nacimiento de la figura del vampiro como un cadáver activo o reviniente, dedicado a chupar la sangre de sus víctimas, se remonta a la Antigua Grecia. Cosas como los alcantarillados, la refrigeración, el uso de antibióticos o la higiene preventiva tardaron siglos en llegar. En aquella época oscura, la gente empezó a ver en aquel mito de tez blanca y grandiosos colmillos la explicación a dolencias como las porfirias. Se trata de un grupo de enfermedades metabólicas que surgen por deficiencia en las enzimas que intervienen en la biosíntesis de un compuesto llamado hemo, componente de la hemoglobina, parte esencial de los glóbulos rojos.

La porfiria conlleva algunos síntomas que nos son muy familiares cuando pensamos en los vampiros: palidez y picores, sarpullidos o ampollas en la piel ante la luz solar, que pueden llegar a provocar un ardor insoportable. Además, en algunos casos, se ha observado que las encías se retraen de los dientes y estos parecen mucho más prominentes.

Según Desiree Lyon Howe, miembro de la Fundación Americana de la Porfiria, probablemente no haya actualmente más de "unos pocos cientos de estos casos graves en todo el mundo". De todas maneras, en la época medieval podría haber tenido mayor incidencia, sobre todo en " comunidades remotas con menos contacto con el mundo exterior y con una reserva genética menos variada".

Roger Luckhurst, editor de la reimpresión de la novela de Bram Stocker e investigador de la creencia de este mito, ha determinado que el vampiro empezó a ganar popularidad a partir del siglo XVIII.

Más allá de la porfiria, otras enfermedades han ayudado a delinear la figura del vampiro. Cuando enfermedades como la peste asediaban a poblados enteros en esa época, los campesinos católicos más supersticiosos solían desenterrar al último muerto en busca de respuestas. En algunos casos, la catalepsia ーque provoca un pulso imperceptible en los pacientesー condenó a que muchas personas fueran enterradas vivas. Es así que, cuando habrían la tumba, se encontraban con muertos aún con sangre fresca. En muchas ocasiones, del miedo y del hambre, se habían mordido a sí mismos.

Otro trastorno que se acuñó en la misma novela de Stocker pero que es completamente real es el vampirismo, o también conocido como el Síndrome de Renfield. Aunque este trastorno no está aceptado completamente por el mundo médico, el psicólogo Richard Noll apostilló en 1992 que se trata de "una parafilia que se caracteriza por la excitación sexual asociada a la necesidad compulsiva de ver, sentir o ingerir sangre".

La rabia... o el hombre lobo

Pero la creación de los mitos a partir de las enfermedades no termina en el vampiro.
Los habitantes de las aldeas rurales estaban a cargo de animales y la vacuna contra la rabia aún era cosa del futuro. El contagio llevaba a la muerte en todos los casos, después de haber sufrido síntomas como aversión a la luz, al agua y con una gran predisposición a la agresión y al delirio. El mito del hombre lobo tiene mucho que ver con eso.

"La gente se volvió 'salvaje' por este contacto con los animales, por la rabia", declara Luckhurst. "Hay un grado de sabiduría popular en el mito del hombre lobo, una advertencia para la gente no se conectara demasiado con el mundo natural. Había que recordar su humanidad".

FUENTE: PlayGround

Comentarios