Esta es una de las muchas vacunas (también la Moderna de Estados Unidos utiliza este método) que utilizan el ARN mensajero para la prevención del virus mediante el "entrenamiento" del sistema inmune para producir antígenos y una especie concreta de glóbulos blancos. Su mecanismo es relativamente sencillo: se inyectan en el cuerpo unos ácidos nucleicos que inducen a las células a fabricar un tipo concreto de proteína. El ARN mensajero se introduce en las células, haciendo que estas fabriquen un antígeno: la espícula que utiliza el SARS-COV-2 para adherirse a células humanas. Esta proteínas, aunque es inofensiva, provoca una respuesta en el sistema inmune, que comienza a generar anticuerpos y glóbulos blancos.
La tecnología del ARN se había intentado utilizar con anterioridad para otras enfermedades veterinarias, pero nunca humanas. Según la profesora de Inmunología de la UNIR, Carmen Álvarez-Domínguez explica que "este tipo de estrategias habían mostrado hasta la fecha una mayor dificultad para generar inmunidad en las células, así como los problemas de conservación que conllevan este tipo de fármacos, ya que requieren temperaturas de muchos grados bajo cero".
El problema de la inmunidad no es significante hasta ahora, pues este fármaco, en fase de desarrollo 3, ha demostrado tener hasta ahora una efectividad del 90%, aunque como dicen los propios farmacéuticos, habrá que esperar para comprobar la eficacia final. Por otro lado, el problema de logística es el mayor reto de esta vacuna, ya que debe ser conservada a una temperatura de -80ºC hasta su uso. Este condicionante implica, seguramente, el uso de nitrógeno líquido.La ventaja principal de esta vacuna (a parte del tiempo récord en el que se ha llegado a ella) es que el proceso de fabricación es bastante rápido, los laboratorios prescinden del cultivo del virus ya que es el cuerpo humano el que hace este trabajo. Por otro lado, la desventaja es que son "vacunas muy lábiles, poco estables, y pueden degradarse y perder eficacia.", según el investigador del Centro Nacional de Biotecnología CNB-CSIC, Juan García-Arriaza.
Fuentes: ABC, RTVE, El Independiente
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