LAS CÉLULAS MADRES PODRÍAN AYUDAR A RECUPERAR LA VISTA

Son muchas las causas y patologías culpables de la ceguera por lo que son muchos los afectados que la sufren. Las patologías mencionadas anteriormente son por ejemplo las cataratas, la glaucoma, el desprendimiento de retina, la retinopatía diabética, degeneración macular asociada a la edad... entre otras muchas. Todas estas son las más frecuentes para desencadenar problemas oculares.

La Organización Mundial de la Salud estima que existen, al menos, mil millones de personas con discapacidad visual que podría haberse prevenido.
Es por ello que buena parte de los esfuerzos en investigación sanitaria se encaminan a la búsqueda de mejores formas de diagnosticar y tratar las enfermedades que pueden derivar en ceguera. No obstante, a parte de esta estrategia preventiva, otras líneas de investigación buscan la manera de revertir la ceguera, de devolver la vista a los afectados.

Hoy en día ya existen formas de devolver la visión a aquellos que la han perdido, por lo menos si se debe a una catarata. Esta técnica ha evolucionado mucho a lo largo del tiempo, pero no deja de ser sencilla, pues consiste en retirar el tejido que se ha vuelto opaco y sustituir el cristalino, esa lente que todos tenemos dentro de nuestros ojos, por una estructura artificial que supla sus funciones. 

Esta técnica ha mejorado la calidad de vida de buena parte de la población mundial, pero lo que la ciencia persigue ahora es mucho más ambicioso cuyas técnicas requieren dispositivos implantados directamente en el cerebro o trasplantes de células madre.

El término correcto de células madres es “células troncales”, porque de ellas pueden salir (como ramas) muchos otros tipos de células con funciones más especializadas. Aunque no necesitamos a las células troncales para reparar con tejido nuevo una herida o un corte, pero la piel que aparece sobre un corte no es igual a la que había antes; el tejido no es igual, pero no solo en cuanto a su aspecto, sino también por sus propiedades mecánicas, y eso limita mucho su capacidad de reparación.

Por esta razón interesa utilizar algunos tipos de células troncales para tratar determinadas enfermedades. Por ello, un reciente estudio publicado en la revista Molecular Therapy, propone usarlas para fomentar la reparación de la retina en patologías donde esté deteriorada. Cuando las células de la retina sufren algún daño o degeneran, suelen liberar sustancias que actúan como una señal de alarma. La idea es reclutar a células troncales para que lleguen hasta el tejido afectado y, una vez allí, den lugar a nuevas células de la retina y produzcan sustancias que ayuden a proteger las células ya dañadas con la esperanza de que se reparen. Esto sucede de forma natural y es suficiente cuando los daños de la retina son moderados, pero cuando se presenta, por ejemplo, una degeneración macular asociada a la edad, las células de la parte más perceptiva de toda la retina mueren en grandes cantidades, mayores a las que podemos sustituir.

Aquí es donde entra la investigación de Pia Cosma y su equipo del Centre for Genomic Regulation. Para empezar identificaron las señales de alarma que emiten las células de la retina de humanos y ratones al degenerar. Las moléculas fueron dos: Ccr5 y Cxcr6. Ahora que conocían el mensaje de mandado, tenían que crear células troncales especialmente para responder a ese mensaje. Para ello extrajeron células troncales de la médula ósea.

Posteriormente procedieron a modificar genéticamente dichas células extraídas mediante la utilización un virus, haciendo que, en su superficie, expresaran estructuras capaces de unirse a la perfección al Ccr5 y Ccr6 de las células en apuros. Una vez obtenidas tan solo había que cultivar estas células troncales mesenquimales y esperar a que hubiera suficientes para trasplantar de vuelta al cuerpo de quien fueron extraídas.

Se trata de un primer estudio pero los resultados de la investigación parecen prometedores. Tal y como esperaban, las células modificadas migraron en cantidades relativamente grandes hasta la retina, siendo suficientes para ralentizar el deterioro del tejido. Por ahora no se ha demostrado que puedan regenerar tejido completamente perdido, revirtiendo la ceguera, pero es el siguiente paso lógico una vez se compruebe su eficacia ralentizando la pérdida de visión.

Por otra parte se plantea recurrir a los Ciborgs. La estrategia anterior tiene sus limitaciones. Desde que la luz entra a través de nuestras córneas hasta que llega al cerebro hay muchas cosas que pueden fallar y que serían más complicadas de reparar. Puede seccionarse el nervio óptico entre otras muchas dificultades. Podemos tratar de desarrollar técnicas personalizadas para cada tipo de lesión, para cada estructura implicada en la visión. Pero hay otra alternativa mucho más directa: aprender a hablar con el cerebro.

En el Instituto de Neurociencias de los Países Bajos, un grupo de investigadores liderado por Pieter Roelfsema está trabajando en un dispositivo capaz de estimular directamente nuestro cerebro simulando la información que recibiría de un ojo perfectamente funcional.

La novedad está en la cantidad de electrodos que han utilizado para estimular la corteza cerebral. A más número de electrodos, más resolución debería conseguirse. Para entenderlo podemos pensar en cada uno de ellos como un píxel, pues bien, en este caso los científicos construyeron imágenes de 1024 píxeles (electrodos). Cuando uno de estos se estimula, los sujetos (en este caso monos) ven un fogonazo en un punto concreto de su campo visual. Sumando varios puntos luminosos se puede llegar a construir figuras algo rudas, pero reconocibles. En el estudio, los electrodos fueron empleados para proyectar letras que los monos pudieron reconocer con relativo éxito. Por ahora la visión artificial producida por estos electrodos no es más que una colección de luces y sombras más o menos definidas, pero está cerca de poder ayudar a determinados pacientes, aunque sea de forma muy básica.

Fuentes: La Razón, ABC.

Comentarios