Concretamente, en los experimentos los investigadores recogieron muestras de los poros de la piel de un centenar de sujetos, la mitad de ellos con espinillas, y llegaron a aislar más de 1.000 cepas diferentes. Entre ellas identificaron dos cepas de P. acnes que aparecían en uno de cada cinco voluntarios con acné pero no en quienes tenían la piel limpia. Paralelamente, los autores del estudio hallaron una cepa habitual en pieles sanas pero ausente de los rostros con espinillas. “Sospechamos que esta última cepa tiene un mecanismo de defensa natural que le permite reconocer a los atacantes y destruirlos antes de que se produzca la infección que da lugar a las espinillas”, asegura Huiying Li, profesor de farmacología en la UCLA.
Según explican los autores en Journal of Investigative Dermatology, es posible que el nuevo hallazgo permita evitar el acné antes de que empiece a aparecer usando cremas probióticas con las cepas de bacterias “amigas” que impidan que las causantes del acné invadan la piel. Otra opción que barajan Li y sus colegas es desarrollar fármacos que maten las cepas malas pero preserven a las protectoras, acabando para siempre con el acné. Una gran noticia teniendo en cuenta que al menos el 80% de las personas sufren acné en algún momento de su vida.
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