¿VIVIR MÁS?

Los hábitos saludables pueden alterar nuestro ADN, algo increible puesto que hasta hace poco se creía sagrado.
Según Manel Esteller, máximo investigador de la materia, el estrés genera cambios hormonales y en los neurotransmisores, capaces de alterar nuestros genes, y es que la longevidad de un individuo no depende solo de sus genes, si no que depende en dos tercios de sus hábitos.
¿Pero, hasta qué punto?
Un investigador y educador de Minessota indagó en 2009 las causas de la longevidad, en determinadas zonas del planeta. Viajó hasta la Isla de Icaria, donde hay menos estrés y como consecuencia, no existe la demencia senil y hay un 20 % menos de cáncer que en el resto del país.
 Ya considerábamos las células como lectoras pasivas de un manual de instrucciones, el ADN, que les dictaba cómo actuar. Hemos cambiado este modelo por uno más flexible. El manual se lee con tachones o subrayados (las marcas epigenéticas) que afectan a la palabra o a párrafos completos”
 Estas marcas no alteran el ADN, pero sí su manifestación.Así que podemos activar y desactivar genes a través de nuestro modo de vida.
  “Al poder modular nuestra genética, nos convertimos en dueños de nuestro propio destino”




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