LA PEGAJOSIDAD DE LOS MEJILLONES

Esta imagen muestra la adhesión entre la punta de sílice
y las fibras adhesivas hechas combinando las proteínas 
de un mejillón y una bacteria
Lograr que dos piezas se adhieran mediante un pegamento mientras ambas y el propio adhesivo están inmersos en un ambiente acuoso es un reto muy difícil. Un nuevo pegamento proteico es capaz de esta proeza y resulta lo bastante práctico como para usarlo en aplicaciones quirúrgicas y navales.
Algunos moluscos y crustáceos, como por ejemplo el mejillón y el percebe, secretan proteínas muy pegajosas que los ayudan a agarrarse a rocas o cascos de barcos, incluso bajo el agua.

Inspirados por estos adhesivos naturales, el equipo de Timothy Lu, Thomas Gurry, Allen Cheng, Jordan Downey, Zhengtao Deng y Collin Stultz, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, así como Chao Zhong, que ahora está en la Universidad ShanghaiTech, en China, diseñaron una nueva gama de materiales que podrían emplearse para reparar barcos o ayudar a curar heridas e incisiones quirúrgicas.

Para crear sus nuevos adhesivos resistentes al agua, estos investigadores modificaron bacterias a fin de producir un material híbrido que incorpora las proteínas pegajosas naturales de los mejillones así como una proteína bacteriana que se encuentra en las biopelículas, capas delgadas formadas por bacterias que crecen sobre una superficie. Cuando se combinan, estas proteínas forman adhesivos con capacidad subacuática que son incluso más fuertes que los secretados por los mejillones.

Con la técnica actual de elaboración de este singular pegamento, los investigadores pueden producir solo pequeñas cantidades del mismo, así que están ahora intentando mejorar el proceso y generar cantidades más grandes. También planean intentar crear “pegamentos vivientes”, que consistirían en películas de bacterias en las que estos microorganismos serían capaces de notar daños en una superficie y repararla segregando un adhesivo.

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