POLVOS PARA MEJORAR EL APETITO



El fenogreco es una planta amada por muchos debido a sus múltiples propiedades, y rechazada por otros tantos por su característico olor (recuerda al ganado). Paradójicamente, se alza como un ingrediente estrella para la industria del perfume en Oriente Medio y para usos curativos.






Esta peculiar planta procede de Asia occidental. Hoy se encuentra en zonas costeras del sur de Europa, incluyendo España. Es muy abundante en terrenos arenosos y se distingue fácilmente por sus hojas, compuestas por tres más pequeñas y flores triangulares (de aquí deriva su nombre científico, Trigonella). 

Ya desde antiguos papiros encontramos el uso de esta planta como receta reconstituyente. Durante la Edad Media e incluso durante todo el Renacimiento, se consideraba como “la planta que curaba todos los males”. Según Jack Newman, investigador canadiense del Centro Internacional de la Lactancia Materna, el fenogreco puede llegar a estimular la producción de leche materna: el único problema es que suele dar un olor desagradable a la leche, provocando el rechazo de los lactantes. Sigue siendo un eficaz remedio contra granos enquistados y hemorroides. Entre sus propiedades encontramos que:

    -Facilita la digestión. Es una alternativa natural a los protectores gástricos.
    -Reconstituye y tonifica: fortalece el organismo y abre el apetito.
    -Muy común en suplementos para el deporte, ya que ayuda a aumentar la masa muscular.
    -En cosmética, lo encontramos en productos reafirmantes, antiestrías y antiarrugas.

En el caso del fenogreco, lo interesante son las semillas. Cuando los frutos están maduros (julio-agosto), se recogen y se dejan secar al aire libre. Una vez pelados, sus semillas son molidas hasta conseguir un polvo de aspecto rosáceo-amarillento, que se puede consumir disuelto en agua o leche.
Las semillas del fenogreco son ricas en sales minerales, vitaminas y una sustancia llamada trigonelina, con lo cual no es de extrañar que se utilice como suplemento en casos de desnutrición, anemia o pérdida de apetito tras una larga convalecencia.

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