SI SE HA CAÍDO AL SUELO, ¿ME LO PUEDO COMER?

Si el bocata se nos escapa de las manos, roza la superficie sucia unos segundos, soplamos y seguimos engullendo. ¿Hemos obrado bien?

El 87% de nosotros comería, felizmente, cualquier alimento que, por despiste, se nos cayera al suelo y luego fuera recogido. Un soplido… y a la boca.

Así lo ha constatado un grupo de científicos de la Universidad de Aston (Inglaterra), que en marzo de 2014 publicó un estudio para determinar si era cierta "la regla de los cinco segundos”, según la cual todo lo que se aprese del suelo en menos de ese intervalo de tiempo se puede engullir sin problema, porque no ha habido lugar a la transferencia de bacterias.




El estudio, dirigido por el profesor de Microbiología Anthony Hilton, se realizó con tostadas, pasta, galletas y gominolas  en contacto con el suelo entre 3 y 30 segundos y en presencia de las bacterias E. coli y Staphylococcus aureus. El resultado fue contundente: el tiempo es un factor significante en la transferencia de microorganismos. Pero además influye el tipo de suelo y, sorprendentemente, las alfombras son más seguras que un suelo laminado u otro de azulejos.

La regla de los cinco segundos no haría referencia al tiempo que un microbio puede sobrevivir en una superficie, sino al que necesita para adherirse a una superficie. Pero no significa que pasados 5 segundos vaya a haber un microbio patógeno con certeza. Hay microbios con más afinidad por las superficies que otros, y algunos se adhieren pero no sobreviven. Si no que depende del ser y del alimento.

Un estudio publicado en 2006 en Journal of Applied Microbiology advertía de que la salmonela, por ejemplo, es capaz de sobrevivir cuatro semanas en la superficie sucia, por lo que si tuviéramos la mala suerte de que la galleta se nos cayera justo encima, sí que podría transmitirse.

Jesús Rodríguez Huertas, director del Instituto de Nutrición de Granada confirma que las bacterias patógenas se transfieren de las superficies lisas con polvo al alimento, pero subraya que “el ser humano tiene contacto diario con bacterias y polvo”, por lo que comer lo que rozó el suelo del hogar “no tiene ninguna importancia” en cuanto a la toxicología de los alimentos. Las superficies de casas y oficinas suelen estar limpias. Pero si el “accidente” sucede donde puede haber restos orgánicos, mejor no seguir con el refrigerio.

Pero, en nuestro organismo, el sistema inmunitario ayuda a no contagiarnos mediante las barreras con las que se encuentra el alimento hasta pasar a la deglución. Así que ya sabe: sea rápido en el acto de repescar el alimento desprendido y valore seguir consumiéndolo en función de la superficie contactada. ¿

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