¿PUEDE LA TERAPIA GENÉTICA FABRICAR SUPERHUMANOS?


Los grandes avances del conocimiento científico en el campo de la Genética Molecular han estimulado la idea de la curación de enfermedades de base genética por medio de la llamada “ingeniería genética”, un conjunto de técnicas integradas en un marco más amplio de lo que llamamos “biotecnología”, que se empezaron a desarrollar para modificar el genoma de las bacterias y luego de las plantas cultivadas y animales domésticos con fines de mejoramiento para aprovechar mejor sus capacidades. A los organismos modificados de esta forma se le denomina “transgénicos”.

La «ingeniería genética» que hace posible estas modificaciones no plantea problemas éticos, aunque los proyectos de modificación deben someterse a un análisis de comités de bioética con el fin de evitar efectos negativos para el medio ambiente o el propio hombre.

Parece lógico pensar que del mismo modo que se pueden modificar las cualidades genéticas de un ser no humano, se podrían utilizar estas técnicas para modificar y corregir los defectos genéticos en el hombre.

De este modo la “ingeniería genética” en combinación con otros desarrollos tecnológicos como el cultivo “in vitro” de células, ha dado paso a la denominada “terapia génica”.

Se trata de restaurar una deficiencia genética o un gen defectuoso en un paciente afectado por una patología con base genética, por medio o bien de la inserción del gen correcto en algunas células que tuviesen relación con la alteración genética, o mediante la anulación o modificación del nivel de expresión del gen causante de la disfunción.Hoy sabemos mucho sobre la organización de nuestro ADN, su estructura y la función… pero no es tan fácil “cortar y pegar”

Se trata de una tecnología muy prometedora para la corrección de una gama cada vez más amplia de enfermedades, aunque requiere largos procesos de investigación básica y ensayos clínicos como requisito previo a su utilización.

Todo esto está aun en pre ensayos clínicos y solo en algunos casos se han hecho avances notables, como para la curación del Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa (SCID), que padecen los llamados “niños burbuja”.

Recientemente se trata de incorporar nuevas técnicas a la “terapia génica”, como la denominada CRISPR-Cas9, que permite con mayor precisión “editar” la secuencia de ADN de la región del genoma responsable de la patología, corregirla y reemplazarla con el fin de que se restaure la función alterada. Aunque el ritmo sea lento, es esperanzador.

La lentitud con la que se han venido obteniendo algunos resultados positivos se debe precisamente a los riesgos que conlleva y a la necesidad de andar con pies de plomo. Hoy sabemos mucho sobre la organización de nuestro ADN, su estructura y la función… pero no es tan fácil “cortar y pegar” una secuencia de un gen o modificar su expresión.

El genoma funciona como un reloj en el que unas partes dependen para su expresión de otras y no es fácil acertar con la solución de uno solo de sus elementos sin riesgo de que se altere cualquier otro. Hacen falta años de investigación para llegar a los ensayos preclínicos y clínicos necesarios para la implantación de estas técnicas.Ya se ha puesto en marcha una corriente de pensamiento para conseguir un “mejoramiento” genético con fines ajenos a la salud

Sin embargo, la misma técnica que se desea utilizar para corregir, modificar o reemplazar los genes defectuosos permitiría otro tipo de aventuras semejante para modificar genes no necesariamente implicados en problemas de salud.

De hecho, ya se ha puesto en marcha una corriente de pensamiento para conseguir un “mejoramiento” genético con fines ajenos a la salud. Esto es lo que proponen los “posthumanistas” que piensan en un “mejoramiento de la especie humana” con fines de prolongar la vida o potenciar las capacidades físicas o intelectuales de personas sanas.

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