¿Te da pereza hacer deporte? ¿Te cuesta horrores levantarte del sofá para ir al gimnasio? Es posible que hayas "perdido" dos genes clave, según revela un estudio de la Universidad McMaster (Canadá).
Para llegar a esta conclusión, los investigadores trabajaron con ratones, algunos de los cuales carecían de dos genes que controlan la actividad de la proteína AMPK, que se pone en funcionamiento cuando nos ejercitamos, entre otras cosas para aumentar el consumo de azúcar y oxígeno en el músculo.
“A los ratones les encanta correr”, explica Gregory Steinberg, coautor del trabajo. “Pero mientras los ratones normales corren kilómetros y kilómetros, los que han perdido estos dos genes hacen carreras cortísimas; y eso que en apariencia están sanos y son idénticos al resto”, añade. Los investigadores han descubierto que, cuando carecen de dichos genes, los animales tienen menos niveles de mitocondrias (las “centrales energéticas” de las células) y que a sus músculos les cuesta más absorber la glucosa mientras se ejercitan. “Cuando practicamos deporte regularmente aumentan el número de mitocondrias en los músculos, mientras que si no hacemos ejercicio la concentración de estos componentes de las células se reduce”, aclara Steinberg, que añade que con este estudio han descubierto que es la enzima AMPK la que regula esta producción.
La lección que debemos aprender de todo esto, según Steinberg, es que si reducimos el nivel de actividad física, el volumen de mitocondrias de nuestros músculos desciende, y por lo tanto cada vez nos cuesta más hacer ejercicio físico.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores trabajaron con ratones, algunos de los cuales carecían de dos genes que controlan la actividad de la proteína AMPK, que se pone en funcionamiento cuando nos ejercitamos, entre otras cosas para aumentar el consumo de azúcar y oxígeno en el músculo.
“A los ratones les encanta correr”, explica Gregory Steinberg, coautor del trabajo. “Pero mientras los ratones normales corren kilómetros y kilómetros, los que han perdido estos dos genes hacen carreras cortísimas; y eso que en apariencia están sanos y son idénticos al resto”, añade. Los investigadores han descubierto que, cuando carecen de dichos genes, los animales tienen menos niveles de mitocondrias (las “centrales energéticas” de las células) y que a sus músculos les cuesta más absorber la glucosa mientras se ejercitan. “Cuando practicamos deporte regularmente aumentan el número de mitocondrias en los músculos, mientras que si no hacemos ejercicio la concentración de estos componentes de las células se reduce”, aclara Steinberg, que añade que con este estudio han descubierto que es la enzima AMPK la que regula esta producción.
La lección que debemos aprender de todo esto, según Steinberg, es que si reducimos el nivel de actividad física, el volumen de mitocondrias de nuestros músculos desciende, y por lo tanto cada vez nos cuesta más hacer ejercicio físico.
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