
Compárandolo tanto con actividades intelectuales (leer libros, escribir, resolver crucigramas...) como actividades físicas (jugar al tenis, caminar, montar en bicicleta...) se comprueba que disminuye "sólo" un 47% el riesgo de demencia al alcanzar la tercera edad, sin embargo, bailar consigue reducirlo hasta un 76%.
Bailar es un poderoso efecto que hace que aprendamos y enlacemos nuevos pasos lo cual aumenta la complejidad de las sinapsis neuronal y la reestructuración del cableado neuronal constante.
En el baile social es necesario tomar continuamente decisiones rápidas lo que también suma ya que el cerebro tiene que reinventarse y la permanente improvisación se convierte en un estímulo que mantiene despiertas a nuestras neuronas.
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