Los hallazgos que se hicieron en Urano cuando la sonda espacial Voyager 2 sobrevoló el planeta en 1986 no destacaron por espectaculares, de tal modo que a Urano se le ha venido considerando desde entonces un planeta aburrido y no se le ha observado ni investigado mucho.
Ahora esta situación podría cambiar radicalmente. Gracias a una nueva técnica aplicada en el Observatorio Keck en Hawái, Urano se está revelando, a través de imágenes infrarrojas de alta resolución, como un mundo con una asombrosa meteorología.
La atmósfera del planeta azul verdoso está llena de hidrógeno, helio y metano, el gas condensable primario de Urano. Los vientos soplan principalmente de este a oeste, con velocidades de hasta 900 kilómetros por hora, a pesar de las pequeñas cantidades de energía disponible para ellos. La atmósfera de Urano es similar a la de Neptuno, el planeta más frío de nuestro sistema solar, con temperaturas del orden de los 220 grados centígrados bajo cero, lo bastante frías como para congelar el metano.
Debido a que Urano yace sobre un costado, tiene estaciones muy extrañas.
Las partículas de las nubes se reciclan a sí mismas, constantemente; primero crean y luego destruyen los cristales más pesados. Este es un indicativo de que la atmósfera de Urano aún se encuentra en evolución.
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