Ciertos vegetales y animales se protegen contra las
temperaturas bajo cero con proteínas anticongelantes.
Ahora se ha desvelado cómo la larva del escarabajo
Dendroides canadensis logra soportar temperaturas tan gélidas como de hasta 30
grados centígrados bajo cero.
El hallazgo lo ha hecho el equipo internacional de Konrad
Meister y Martina Havenith, del Departamento de Química Física en la
Universidad del Ruhr en Bochum, Alemania.
Los investigadores han comprobado que a la protección contra
el frío contribuyen notablemente ciertas interacciones entre las moléculas de
agua y las proteínas anticongelantes.
Anteriormente se pensaba que el efecto sólo se lograba
mediante el contacto directo de la proteína con los cristales de hielo.
Hasta ahora, se suponía que las proteínas anticongelantes
sólo interactuaban localmente con cristales de hielo nanométricos y así
impedían la formación de cristales de hielo más grandes.
Sin embargo, el grupo internacional de investigadores ha
mostrado que esta interacción entre proteínas y cristales de hielo también se
produce a distancias más largas mediante moléculas de agua, lo que también
contribuye a la protección anticongelante.
Las proteínas anticongelantes de este escarabajo son de 10 a
100 veces más activas que las de los peces árticos y antárticos que necesitan
protegerse contra temperaturas de 1,9 grados centígrados bajo cero.
Los escarabajos Dendroides canadensis alcanzan esa alta
actividad anticongelante combinando las dos estrategias: interacción directa
entre las proteínas y el hielo, e interacción mediante moléculas de agua.
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