El deterioro mental perceptible en los alcohólicos tiene poco que ver con la famosa leyenda urbana de que cuanto más alcohol bebas más neuronas destruyes. Para aniquilar cualquier tipo de célula se necesitan altísimas concentraciones de alcohol (próximas al 100%) y empezamos a emborracharnos a partir de un nivel en sangre más o menos del 0,1%. El alcohol afecta más bien a las conexiones neuronales del cerebelo, zona de la que dependen el aprendizaje y la coordinación motora. Pero como se puede comprobar en las autopsias, los encéfalos de los abstemios y los adictos a la botella tienen el mismo número de neuronas. Es su calidad, no la cantidad lo que sufre con las borracheras.
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