El SARS (por las siglas en inglés de Síndrome Respiratorio Agudo Severo) se reveló en toda su magnitud infecciosa cuando, durante un brote epidémico de nueve meses que finalizó en el verano de 2003, infectó a 8.000 personas y mató a más de 900, en diversas partes del mundo.
Ahora, a partir del descubrimiento hecho por el equipo de Andrew Mesecar, de la Universidad Purdue en West Lafayette, Indiana, Estados Unidos, se podrá avanzar en el desarrollo de una versión debilitada y segura de este virus para su uso en una vacuna contra él.
Lo conseguido en este estudio tiene también aplicaciones potenciales en la creación de vacunas contra otros coronavirus, incluyendo al que causa el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés).
En la investigación también han trabajado Yahira M. Baez-Santos, de la Universidad Purdue, Kiira Ratia, de la Universidad de Illinois en Chicago, así como Andrew Kilianski y Susan C. Baker, de la Escuela Stritch de Medicina adscrita a la Universidad Loyola en Maywood, Illinois, todas estas entidades en Estados Unidos.
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