El consumo a largo plazo de demasiada comida rica en grasa y en energía conduce a tener sobrepeso. Dicho así, parece todo muy claro, pero los procesos subyacentes en esa acumulación de kilos de más pasan por una complejísima regulación del metabolismo de los lípidos, herencia en muchos sentidos de los mecanismos naturales de defensa contra las numerosas hambrunas que acompañaron al Ser Humano durante su evolución y diferenciación como especie. Históricamente, la especie humana tuvo que afrontar diversas presiones evolutivas, y la escasez de comida fue una de las más importantes. Ésta última moldeó nuestro metabolismo para poder explotar de forma óptima la energía presente en los alimentos.
Ahora se ha descubierto que el gen SIRT7 desempeña un papel clave en el metabolismo energético. Unos ratones modificados genéticamente para que no poseyeran dicho gen se mantuvieron en un peso normal a pesar de un alto consumo de alimentos ricos en grasa.
Los autores del hallazgo, científicos del Instituto Max Planck Para la Investigación Cardiaca y Pulmonar en Bad Nauheim, Alemania, y las universidades japonesas de Sendai y Kumamoto, realizaron sus pruebas con esos ratones que no tenían el gen SIRT7 y con otros de un grupo de control que sí lo poseían. A unos y otros ratones se les alimentó con comida muy rica en grasa durante meses. Los ratones sin el gen SIRT7 mantuvieron su peso normal, mientras que los del grupo de control ganaron mucho más peso.
Además, el equipo de la investigadora Eva Bober, del citado instituto germano, ha constatado que, en comparación con los ratones del grupo de control, estos animales tendían a tener niveles menores de triglicéridos y colesterol en el hígado, y niveles normales de insulina.
Todo apunta, por tanto, a que los animales que no tenían el gen SIRT7 podían procesar mejor el exceso de energía en la comida y no acumulaban depósitos patológicos de grasa.
Ahora se ha descubierto que el gen SIRT7 desempeña un papel clave en el metabolismo energético. Unos ratones modificados genéticamente para que no poseyeran dicho gen se mantuvieron en un peso normal a pesar de un alto consumo de alimentos ricos en grasa.
Los autores del hallazgo, científicos del Instituto Max Planck Para la Investigación Cardiaca y Pulmonar en Bad Nauheim, Alemania, y las universidades japonesas de Sendai y Kumamoto, realizaron sus pruebas con esos ratones que no tenían el gen SIRT7 y con otros de un grupo de control que sí lo poseían. A unos y otros ratones se les alimentó con comida muy rica en grasa durante meses. Los ratones sin el gen SIRT7 mantuvieron su peso normal, mientras que los del grupo de control ganaron mucho más peso.
Además, el equipo de la investigadora Eva Bober, del citado instituto germano, ha constatado que, en comparación con los ratones del grupo de control, estos animales tendían a tener niveles menores de triglicéridos y colesterol en el hígado, y niveles normales de insulina.
Todo apunta, por tanto, a que los animales que no tenían el gen SIRT7 podían procesar mejor el exceso de energía en la comida y no acumulaban depósitos patológicos de grasa.
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