Este problema preocupa a la agencia espacial de cara a los viajes de más de seis meses o de viajes que durarán acerca de un año, ya que algo tan leve como un resfriado podría convertirse en un importante problema al producirse en el espacio.
Una de las dos investigaciones reveló que los glóbulos blancos de la tripulación apenas sufren cambios. Sin embargo, hay algunas funciones celulares cuya actividad es menor a la habitual, mientras que en otras la actividad es mayor, lo que hace que su sistema inmunitario esté confuso. También reconocen que dicha alteración podría dar lugar a la pérdida de protección frente a virus que pueden estar ocultos en los astronautas pero no presentan síntomas. Cuando la actividad celular aumenta puede dar lugar a síntomas alérgicos y erupciones cutáneas, como se ha observado en algunos tripulantes.
En el otro estudio analizaron el plasma sanguíneo de 28 miembros de la tripulación antes, durante y después de sus misiones, para medir los niveles de concentración de unas proteínas que regulan las interacciones de las células del sistema inmunitario y las coordina para dirigirse a la parte del organismo afectada. Los datos indicaron que los miembros de la tripulación presentaron cambios en dichas proteínas, lo que da una idea los investigadores de dónde se producen las mayores confusiones del sistema inmunitario.
Uno de los investigadores recuerda que durante los viajes espaciales el sistema inmunitario se encuentra alterado por muchos factores, entre los que destacan la radiación, los microbios, el estrés, los ciclos de sueño alterados y el aislamiento.
El problema es que si esta situación persiste durante misiones más largas aumenta el riesgo de infección, hipersensibilidad o problemas autoinmunes. Sin embargo, todavía no se ha determinado si estas alteraciones podrían poner en riesgo la salud de los miembros de la tripulación en viajes mucho más largos.
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