En abril de 1815, el volcán Tambora en Indonesia entró en erupción con una fuerza inusitada que tuvo consecuencias en el clima en todo el mundo. El año siguiente, 1816, recibió en el nombre de «El año sin verano», «El año del mendigo» o «1.800 y congelado a muerte» debido al frío, la pérdida de cosechas y la hambruna que azotó a toda Europa y América del Norte. Murieron unas 70.000 personas.
Sin embargo, el deterioro global que convirtió la década de 1810 en la más fría de los últimos 500 años se inició unos seis años atrás, con otra gran erupción que se ha denominado «Desconocida», la segunda más explosiva en los últimos dos siglos. En contraste con Tambora, esta erupción pasó desapercibida, de forma que tanto su ubicación como la fecha exacta de la misma son un misterio. De hecho, sólo fue reconocida en la década de 1990, a partir de marcadores reveladores en el hielo de Groenlandia y la Antártida, que registran los aerosoles volcánicos tan violentamente escupidos que llegan a la estratosfera de la Tierra.
Investigadores de la Universidad de Bristol han buscado archivos históricos con referencias al evento. «Pasé meses peinando el vasto archivo colonial español, pero fue una búsqueda infructuosa. Claramente el volcán no estaba en América Latina. Entonces, volví a los escritos del científico colombiano Francisco José de Caldas, que trabajó como director del Observatorio Astronómico de Bogotá entre 1805 y 1810. Encontrar la descripción precisa de los efectos de una erupción fue un momento 'Eureka'», dice Caroline Williams, responsable del estudio.
En febrero 1809 Caldas escribió sobre un «misterio» que incluía una «nube transparente que obstruye la brillantez del Sol» sobre Bogotá, a partir del 11 de diciembre 1808 y vista a través de Colombia. Daba observaciones detalladas, por ejemplo, que el «color de fuego natural [del Sol] ha cambiado al de la plata, tanto es así que muchos lo han confundido con la Luna». También decía que el tiempo era inusualmente frío, los campos estaban cubiertos de hielo y los cultivos dañados por las heladas.
Sin embargo, el deterioro global que convirtió la década de 1810 en la más fría de los últimos 500 años se inició unos seis años atrás, con otra gran erupción que se ha denominado «Desconocida», la segunda más explosiva en los últimos dos siglos. En contraste con Tambora, esta erupción pasó desapercibida, de forma que tanto su ubicación como la fecha exacta de la misma son un misterio. De hecho, sólo fue reconocida en la década de 1990, a partir de marcadores reveladores en el hielo de Groenlandia y la Antártida, que registran los aerosoles volcánicos tan violentamente escupidos que llegan a la estratosfera de la Tierra.
Investigadores de la Universidad de Bristol han buscado archivos históricos con referencias al evento. «Pasé meses peinando el vasto archivo colonial español, pero fue una búsqueda infructuosa. Claramente el volcán no estaba en América Latina. Entonces, volví a los escritos del científico colombiano Francisco José de Caldas, que trabajó como director del Observatorio Astronómico de Bogotá entre 1805 y 1810. Encontrar la descripción precisa de los efectos de una erupción fue un momento 'Eureka'», dice Caroline Williams, responsable del estudio.
En febrero 1809 Caldas escribió sobre un «misterio» que incluía una «nube transparente que obstruye la brillantez del Sol» sobre Bogotá, a partir del 11 de diciembre 1808 y vista a través de Colombia. Daba observaciones detalladas, por ejemplo, que el «color de fuego natural [del Sol] ha cambiado al de la plata, tanto es así que muchos lo han confundido con la Luna». También decía que el tiempo era inusualmente frío, los campos estaban cubiertos de hielo y los cultivos dañados por las heladas.
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