Cada vez más personas (concretamente, las mujeres) eligen hacer cualquier actividad física: pedalear, correr, patinar, bailar, practicar fútbol, entre otras actividades. Todas estas actividades exponen al cuerpo al calor, ya que durante el trabajo muscular, la temperatura del cuerpo aumenta. Si la carga de calor es bastante alta, se activan las glándulas sudoríparas y, al evaporarse el sudor producido, la piel se enfríe. El sudor está compuesto por diferentes sales, sobre todo de Cloruro de Sodio (NaCl). En consecuencia, al transpirar, puede producirse la pérdida de sal.
Durante una prolongada exposición a un ambiente caluroso se produce una reducción considerable en el índice de transpiración, aunque se reemplace la pérdida de agua corporal al mismo ritmo. Para evitar una deshidratación, y conseguir una hidratación normal y equilibrada es necesario que se ingieran suficientes fluidos antes, durante y después de la actividad que se practique.
La capacidad de compensar la pérdida de fluido reponiendo este, está limitada por las tasas máximas de ingesta, el vaciamiento gástrico y la absorción intestinal. Teniendo en cuenta las condiciones de calor y humedad, la tasa de sudoración puede sobrepasar fácilmente estos límites. Se ha demostrado que cuando las mujeres se ejercitan y transpiran no reemplazan todo el líquido perdido por sudoración. Esto se llama deshidratación voluntaria y ocurre normalmente.
La ingesta espontánea de líquido está influenciada por información sensorial diferente, tal como el olor, sabor, temperatura, color, y calidad subjetiva de la bebida. Algunos de estos factores han sido estudiados sistemáticamente, como la temperatura.
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