Un plásmido de ADN ha sobrevivido a las altas temperaturas de un lanzamiento al espacio, al duro viaje realizado y a la reentrada en la Tierra, además muchas de las molecúlas no han perdido ninguna de sus proipiedades durante el trayecto.
Este experimento lo han llevado a cabo científicos suizos y alemanes.
El cohete fue lanzado en marzo de 2011, estuvo volando 780 segundos y alcanzó una altura máxima de 268 km y una temperatura máxima de 1000ºC.
Lo que hicieron fue colocar plásmidos (moléculas de ADN extracromosómico circular o lineal que se replican y transcriben independientes del ADN cromosómico) en la superficie y en algunos tornillos de la nave espacial Texus-49, se basaron en la resistencia de los plásmidos ante algunos antibióticos y en la producción de materiales fluorescentes. A su regreso, más del 53% de los plásmidos seguía intacto y el 35% del ADN tenía todavía su actividad biológica, algo que sorprendió a los propios investigadores que no esperaban recuperar tanto material activo e intacto.
Este experimento ha servido para analizar los efectos de las condiciones ambientales sobre el ADN en los viajes al espacio y para sugerir que hay cohetes que pueden usarse para la llegada a la Tierra de meteoritos con material biológico. También ha servido para cuestionarse si han cometido el error de contaminar las naves espaciales (y por tanto, los lugares de aterrizaje en el espacio) con ADN procedente de nuestro planeta.
Este experimento lo han llevado a cabo científicos suizos y alemanes.
El cohete fue lanzado en marzo de 2011, estuvo volando 780 segundos y alcanzó una altura máxima de 268 km y una temperatura máxima de 1000ºC.
Lo que hicieron fue colocar plásmidos (moléculas de ADN extracromosómico circular o lineal que se replican y transcriben independientes del ADN cromosómico) en la superficie y en algunos tornillos de la nave espacial Texus-49, se basaron en la resistencia de los plásmidos ante algunos antibióticos y en la producción de materiales fluorescentes. A su regreso, más del 53% de los plásmidos seguía intacto y el 35% del ADN tenía todavía su actividad biológica, algo que sorprendió a los propios investigadores que no esperaban recuperar tanto material activo e intacto.
Este experimento ha servido para analizar los efectos de las condiciones ambientales sobre el ADN en los viajes al espacio y para sugerir que hay cohetes que pueden usarse para la llegada a la Tierra de meteoritos con material biológico. También ha servido para cuestionarse si han cometido el error de contaminar las naves espaciales (y por tanto, los lugares de aterrizaje en el espacio) con ADN procedente de nuestro planeta.
Fuente: Ciencia xplora
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