Un equipo de
investigadores que se encuentran controlados por expertos procedentes del
Departamento de Microbiología en la Unniversidad en Washington ha descubierto que algunos animales
se adueñan de las
toxinas que producen algunas
bacterias de manera natural y
así se pueden proteger de otros microorganismos.
Así, los genes
que las bacterias inyectan en las células de sus rivales microscópicos con el
fin de acabar con ellos pasan de las bacterias a los animales mediante un
proceso llamado “transferencia genética horizontal”.
De hecho, quedan
incorporados en su
genoma de forma permanente. Los científicos afirman que este
proceso es frecuente en microbios pero que rara vez se había observado entre
bacterias y organismos complejos.
Algunas de las
especies que se benefician de esta táctica son las de garrapata y ácaro. Los
investigadores señalas que esto podría servir como estudio para la incidencia
de aquellas enfermedades causadas por bacterias.
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