Una investigación revela que la infección por el parásito Toxoplasma gondii es capaz, cuando alcanza al cerebro, de afectar directamente a la producción de dopamina, un mensajero químico crucial en el cerebro. El estudio también aporta pistas potenciales sobre la relación estadística observada entre la incidencia de casos de esquizofrenia y la de casos de infección por toxoplasmosis.
Un tercio de la población humana está infectada por el
Toxoplasma gondii, pero la mayoría no lo sabe. Aunque el Toxoplasma no causa
síntomas en la mayoría de las personas, puede ser perjudicial para individuos
con un sistema inmunitario muy deteriorado y para fetos cuyas madres se
infectan durante el embarazo. Las tasas de infección por Toxoplasma varían
dependiendo de la zona del mundo. En el Reino Unido, es aproximadamente de un
10 a un 20 por ciento. De todos modos, resulta más importante el grado de
peligrosidad de cada cepa. Las tasas de infección son difíciles de calcular con
precisión, porque la mayoría de las personas infectadas no experimenta
síntomas.
Aunque el nuevo estudio, realizado por el equipo del Dr.
Glenn McConkey de la Facultad de Ciencias Biológicas en la Universidad de
Leeds, Reino Unido, se ha limitado a ratones, McConkey cree que los resultados
podrían a la postre dar nuevos indicios sobre el tratamiento de trastornos
neurológicos humanos que están relacionados con la dopamina, como la
esquizofrenia, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, y la enfermedad
de Parkinson.
El equipo de investigación encontró que el parásito provoca
la producción y emisión de una cantidad de dopamina varias veces superior a la
normal en las células cerebrales infectadas.
Este hallazgo sobre la alteración en la producción y emisión
de dopamina podría explicar el hecho insólito de que estos parásitos logren
manipular de modo notable la conducta de los roedores para su propio beneficio.
Como efecto de esa alteración en la producción y emisión de dopamina, las ratas
y ratones infectados pierden su miedo innato a los gatos, lo que aumenta sus
posibilidades de ser atrapados y comidos por estos, lo cual a su vez permite al
parásito regresar a su receptor principal para así completar su ciclo de vida.
Los seres humanos son receptores accidentales del T. gondii,
y el parásito puede aposentarse en sitios muy diversos, así que los síntomas
que experimente una persona infectada por toxoplasmosis pueden depender de
dónde esté instalado el parásito. Es previsible que en algunos casos pueda
provocar también alteraciones significativas de la conducta de la persona
infectada vinculadas al nivel de dopamina.
Fuente: http://www.solociencia.com/medicina/11121603.htm
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