Un equipo de investigadores de la Universidad de Rochester en Nueva York (EEUU) ha confirmado que la inyección de células gliales en el cerebro de los ratones provoca una mejora importante tanto en la memoria como en la cognición del roedor. El trabajo ha sido publicado en la revista The Journal of Neuroscience.
La introducción de células cerebrales humanas maduras en el cerebro de un ratón -a pesar de que parezca sacado de una película de terror- no se trata de células involucradas en el pensamiento, ya que no son neuronas, sino astrocitos, células del cerebro encargadas de la retención de la memoria entre otras cosas (ayudan a fortalecer las conexiones entre neuronas) y que se originan en las primeras etapas del desarrollo del sistema nervioso central.
Los científicos introdujeron 300.000 células gliales (a partir de embriones humanos que habían sido donados), y tras doce meses, descubrieron que estas se habían multiplicado y habían crecido hasta los 12 millones de células, desplazando por completo los astrocitos originales de los ratones. Según constatan los expertos, este crecimiento se paró cuando las células se “toparon” con los confines físicos del cráneo.
Las pruebas posteriores determinaron que los roedores tenían una capacidad de memoria muy superior a los ratones normales y que habían mejorado su cognición de forma evidente: eran cuatro veces más listos. Dichas pruebas se basaron en la medición de la capacidad de recuerdo de un sonido asociado a una suave descarga eléctrica de dos grupos de roedores, uno de control y otro con las células gliales implantadas. Los ratones con el implante se quedaron paralizados cuatro veces más que los otros ratones al oír el sonido. “Podemos decir que, estadísticamente, estos ratones fueron significativamente más inteligentes que los ratones del grupo de control”, explica Steve Goldman, líder del estudio.
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