Investigadores del Instituto de Biología y Genética
Molecular (IBGM), centro mixto de la Universidad de Valladolid y el CSIC, han
demostrado la relación de 40 variantes de ADN (mutaciones, muchas de ellas con
un efecto clínico desconocido hasta ahora) con el cáncer de mama hereditario.
Para ello, han empleado una novedosa herramienta que ya han patentado, un
vector adaptado a realizar ensayos funcionales de splicing o procesamiento de
ARN mensajero.
Según las estimaciones, el 10 por ciento del cáncer de mama
es hereditario, con una gran cantidad de genes implicados. BRCA1 y BRCA2 son
los principales en el caso del cáncer de mama y ovario hereditario (CMOH), ya
que aproximadamente el 16% de los casos se produce por mutaciones en dichos
genes.
Estas mutaciones incrementan notablemente el riesgo de
cáncer de mama y ovario en las mujeres portadoras. “El riesgo de cáncer de mama
a los 70 años pasa del 7 por ciento (población general) a un 85 por ciento de
una portadora de mutación en BRCA1 o BRCA2. Además, se incrementa notablemente
el riesgo de otros tipos de cáncer como los de páncreas, próstata, digestivos,
mama masculina, entre otros”, explica Eladio Velasco, coordinador del Grupo de
Splicing y Susceptibilidad Genética a Cáncer del IBGM y coautor del estudio.
En BRCA1 o BRCA2 se han descrito más de 4.000 variantes,
principalmente mutaciones que afectan a la proteína para la que codifica el gen
(una ausencia de proteína o una proteína alterada) o alteraciones del procesamiento
del ARN mensajero (splicing) que son con las que trabaja el grupo. Sin embargo,
un 50 por ciento de las variantes detectadas en pacientes son de significado
clínico desconocido y por tanto no se pueden clasificar como patogénicas o
neutras.
Como detalla Velasco, el splicing “es una etapa esencial de
la expresión génica, que consiste en quitar los intrones (la parte no
codificante y no-útil del gen) y juntar los exones (la parte del gen que
codifica para la proteína) en el ARN mensajero maduro que posteriormente es
traducido a proteína”. En estudios previos realizados por el Grupo de
Investigación, se encontró que un tercio de las mutaciones puede afectar el
splicing, lo cual supuso una cifra inesperadamente alta frente 15 por ciento es
la estimación “clásica”.
Para estudiar el efecto de estas mutaciones sobre el
splicing, el equipo científico del IBGM ha desarrollado una tecnología de
referencia a nivel nacional y también internacional. Mientras que los métodos
tradicionales necesitan ARN mensajero del paciente, cuya obtención resulta a
veces complicada, los investigadores han diseñado unos minigenes que no lo
necesitan.
“Un minigen es una construcción artificial que reproduce el
gen responsable (en este caso BRCA2) con sus exones e intrones a una escala
menor en un plásmido o vector de splicing, que permite introducir las variantes
detectadas en pacientes mediante mutagénesis dirigida y analizar su efecto en
el splicing tras introducir el minigen mutante en células humanas en cultivo.
Si una variante altera el splicing se le puede clasificar como patogénica o
causante de enfermedad, lo que se comunica a las Unidades de Consejo Genético
para que activen los protocolos de prevención pertinentes”, apunta Velasco.
Principales resultados
En el estudio realizado, publicado en la revista científica
Human Mutation, los investigadores han construido el mayor minigen de BRCA2 reportado
hasta el momento, con 9 exones, un instrumento “de enorme utilidad ya que se
puede estudiar cualquier variante de esos exones sin necesidad de molestar a la
paciente para obtener una nueva muestra de ARN”.
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