El señor hormiga (monsieur fourmis, en francés). Así llaman al suizo Laurent Keller, uno de los mayores expertos del mundo en estos insectos. Keller, investigador de la Universidad de Lausana, en Suiza, donde dirige el departamento de Biología Evolutiva, lleva estudiándolas 25 años. El científico (Vaud, Suiza, 1961) es autor de más de 200 publicaciones y, ENTRE otros logros, fue el primero en detectar el carácter genético de la sociabilidad de las hormigas e identificó el único caso conocido hasta ahora en el mundo natural de clonación reproductiva en machos con la especie Wasmania auropunctata. El pasado fin de semana, el también presidente de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva y autor del libro El mundo de las hormigas, estuvo en la Universidad Libre de Bruselas para impartir lecciones magistrales sobre su especie favorita, y para recibir la Medalla de la Universidad Libre de Bruselas en reconocimiento a su labor científica.
¿Cuando comenzó a estudiar las hormigas?
Cuando terminé mis estudios en la universidad, en Suiza, quise hacer mi doctorado sobre animales sociales, por lo que pensé en estudiar a los primates. Sin embargo, estos son difíciles de investigar en estado salvaje. Las hormigas, en cambio, no tienen esa dificultad y me di cuenta además de que eran un excelente modelo para estudiar esos organismos sociales en el mundo animal.
¿Son una excepción las especies sociales?
No son una excepción, pero sí es raro, muy poco frecuente. Si en el mundo existen más de un millón de especies habrá unas 20.000 o 30.000 sociales. En número no son pocas, aunque no representen un porcentaje significativo respecto al total de especies.
¿Por qué estudiar las hormigas? ¿Son más sociales los insectos que los mamíferos?
Hay especies de mamíferos que también son sociales, pero las hormigas lo son mucho más. En una colonia puede haber millones de individuos y esto las convierte en una especie ideal para estudiar comportamientos y relaciones sociales a una escala similar a la del ser humano, en cuyas ciudades pueden vivir también millones de personas. En los mamíferos, los grupos suelen ser más bien reducidos, de unos diez a 20 individuos, por lo tanto, no tienen un esquema organizativo tan complejo y sofisticado como las hormigas o los humanos.
¿Qué explica su elevado grado organizativo, de sociabilidad?
Hay una base genética, por eso hacen lo que hacen. Están programadas para ser sociales, para colaborar y trabajar por el grupo, para hacer la función que cada una de ellas hace.
¿Y en el caso del ser humano, es social por el mismo motivo?
Claro, hay una base genética también. Esto no quiere decir que esté vinculado a un gen concreto u otro, pero sí que la base genética está ahí.
Según su libro La vida de las hormigas [La vie des fourmis, en francés; no está traducido al español] estas pueden llegar a vivir muchos más años que otras especies precisamente porque viven en sociedad, en comunidades, en los que sus componentes trabajan unos para otros.
Sí, las hormigas viven muchos años. El récord lo tiene la hormiga reina de una especie en concreto que vive hasta 28 años, lo cual es muchísimo para ser un insecto, cuya vida suele contarse por días o semanas. Equivaldría a que un primate viviera 4.000 años. En otras especies de hormigas las reinas suelen vivir entre diez y 15 años.
¿Y qué hay sobre otros tipos de hormigas, que no sean la reina?
En el caso de las obreras, que son las que menos viven, lo hace en torno a uno y dos años. También es mucho para un insecto. ¿Por qué viven tanto? Porque están unidas, viven como un grupo, trabajan para el grupo, colaboran, se protegen, se ayudan, hasta pueden fabricar medicamentos para evitar que ciertas bacterias se propaguen en el interior de una colonia. Es lo mismo que ha ocurrido con el ser humano.
¿En qué sentido?
El número de seres humanos sobre la Tierra, desde que apareció el Homo Sapiens, se ha ido contando siempre por millones o decenas de millones durante miles y miles de años, pero apareció primero la agricultura, luego la ganadería y con ello el ser humano se hizo cada vez más sedentario. Aparecieron las primeras comunidades, el origen de las primeras ciudades, y así transcurren los siglos hasta que aparece, recientemente, la división del trabajo, un factor que también existe en las hormigas. Todo ello mejora enormemente la productividad, surgen las ciudades modernas y todo esto, unido a las mejoras en la sanidad y la higiene, dispara en muy poco tiempo la población mundial. En 1930 ya había unos 2.000 millones de personas en el mundo, y eso no es nada: hoy hay más de 7.000 millones, y ciudades con más de diez y veinte millones de personas. Como se suele decir, la unión hace la fuerza.
¿Conlleva también esa unión el conflicto en el caso de las hormigas?
Por supuesto. Existen rebeliones internas en las colonias y guerras entre hormigas, cuando combaten por un mismo espacio. Por ejemplo, esto se está dando con las especies invasoras que están llegando a Europa sobre todo de América Latina, y estas especies son muy agresivas y luchan contra las hormigas europeas. Y también hay una base genética para el conflicto.
Ha hablado antes de que las hormigas tienen también una división del trabajo. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo es el funcionamiento de una colonia de hormigas?
Para empezar, en cada colonia puede haber entre dos y 20 millones de hormigas. La clave está en la hormiga reina. Esta nace por partenogénesis, es decir, se autorreproduce. Después hay tres tipos de hormigas, de castas, aunque los dos más comunes son las obreras y las soldado. Estas nacen siempre de la reina pero porque esta mantiene relaciones sexuales con hormigas macho. De este modo, todo depende de la reina aunque la reina no tiene ninguna función en la colonia. Más que existir, estar ahí, solo existe para la colonia, para garantizar su población y su supervivencia. Jamás sale del hormiguero y está extraordinariamente bien protegida, por eso vive tantos años.
¿Hay hormigas perezosas o que no hagan nada?
Ocurre a veces, aunque no es frecuente. No sabemos muy bien por qué, pero a veces surgen hormigas que se quedan fuera del grupo y no participan del trabajo, permanecen apartadas sin hacer nada.
¿Qué importancia tienen para el medio ambiente?
Son decisivas. Tenga en cuenta que hay muchísimas. La masa de la especie humana sobre la Tierra es similar a la masa de las hormigas como especie. Los insectos y muchos reptiles se alimentan de ellas. Si no estuvieran, morirían y se desencadenaría un caos medioambiental. También ayudan a polinizar, a defender a ciertas especies de plantas contra animales, a dispersar semillas de plantas para que estas se extiendan por el territorio... Sin las hormigas la naturaleza se detendría y se vendría abajo.
Las hormigas surgieron hace cien millones de años, más o menos como las conocemos hoy. ¿Por qué han evolucionado tan poco?
Han tenido algunas modificaciones, no significativas, así que es cierto que se han mantenido más o menos igual todo este tiempo. Es probable que no les haya hecho falta, están muy bien adaptadas al medio, muy bien preparadas, son un mecanismo vivo muy sofisticado, sin duda.
Surgieron en el Cretácico, han sobrevivido a todo tipo de cataclismos, glaciaciones… ¿Son inmortales?
Como especie prácticamente sí que lo son, han sido capaces de sobrevivir a todo y lo seguirán haciendo.
¿Sobrevivirán al ser humano?
Por supuesto que sí.
Cuando terminé mis estudios en la universidad, en Suiza, quise hacer mi doctorado sobre animales sociales, por lo que pensé en estudiar a los primates. Sin embargo, estos son difíciles de investigar en estado salvaje. Las hormigas, en cambio, no tienen esa dificultad y me di cuenta además de que eran un excelente modelo para estudiar esos organismos sociales en el mundo animal.
¿Son una excepción las especies sociales?
No son una excepción, pero sí es raro, muy poco frecuente. Si en el mundo existen más de un millón de especies habrá unas 20.000 o 30.000 sociales. En número no son pocas, aunque no representen un porcentaje significativo respecto al total de especies.
¿Por qué estudiar las hormigas? ¿Son más sociales los insectos que los mamíferos?
Hay especies de mamíferos que también son sociales, pero las hormigas lo son mucho más. En una colonia puede haber millones de individuos y esto las convierte en una especie ideal para estudiar comportamientos y relaciones sociales a una escala similar a la del ser humano, en cuyas ciudades pueden vivir también millones de personas. En los mamíferos, los grupos suelen ser más bien reducidos, de unos diez a 20 individuos, por lo tanto, no tienen un esquema organizativo tan complejo y sofisticado como las hormigas o los humanos.
¿Qué explica su elevado grado organizativo, de sociabilidad?
Hay una base genética, por eso hacen lo que hacen. Están programadas para ser sociales, para colaborar y trabajar por el grupo, para hacer la función que cada una de ellas hace.
¿Y en el caso del ser humano, es social por el mismo motivo?
Claro, hay una base genética también. Esto no quiere decir que esté vinculado a un gen concreto u otro, pero sí que la base genética está ahí.
Según su libro La vida de las hormigas [La vie des fourmis, en francés; no está traducido al español] estas pueden llegar a vivir muchos más años que otras especies precisamente porque viven en sociedad, en comunidades, en los que sus componentes trabajan unos para otros.
Sí, las hormigas viven muchos años. El récord lo tiene la hormiga reina de una especie en concreto que vive hasta 28 años, lo cual es muchísimo para ser un insecto, cuya vida suele contarse por días o semanas. Equivaldría a que un primate viviera 4.000 años. En otras especies de hormigas las reinas suelen vivir entre diez y 15 años.
¿Y qué hay sobre otros tipos de hormigas, que no sean la reina?
En el caso de las obreras, que son las que menos viven, lo hace en torno a uno y dos años. También es mucho para un insecto. ¿Por qué viven tanto? Porque están unidas, viven como un grupo, trabajan para el grupo, colaboran, se protegen, se ayudan, hasta pueden fabricar medicamentos para evitar que ciertas bacterias se propaguen en el interior de una colonia. Es lo mismo que ha ocurrido con el ser humano.
¿En qué sentido?
El número de seres humanos sobre la Tierra, desde que apareció el Homo Sapiens, se ha ido contando siempre por millones o decenas de millones durante miles y miles de años, pero apareció primero la agricultura, luego la ganadería y con ello el ser humano se hizo cada vez más sedentario. Aparecieron las primeras comunidades, el origen de las primeras ciudades, y así transcurren los siglos hasta que aparece, recientemente, la división del trabajo, un factor que también existe en las hormigas. Todo ello mejora enormemente la productividad, surgen las ciudades modernas y todo esto, unido a las mejoras en la sanidad y la higiene, dispara en muy poco tiempo la población mundial. En 1930 ya había unos 2.000 millones de personas en el mundo, y eso no es nada: hoy hay más de 7.000 millones, y ciudades con más de diez y veinte millones de personas. Como se suele decir, la unión hace la fuerza.
¿Conlleva también esa unión el conflicto en el caso de las hormigas?
Por supuesto. Existen rebeliones internas en las colonias y guerras entre hormigas, cuando combaten por un mismo espacio. Por ejemplo, esto se está dando con las especies invasoras que están llegando a Europa sobre todo de América Latina, y estas especies son muy agresivas y luchan contra las hormigas europeas. Y también hay una base genética para el conflicto.
Ha hablado antes de que las hormigas tienen también una división del trabajo. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo es el funcionamiento de una colonia de hormigas?
Para empezar, en cada colonia puede haber entre dos y 20 millones de hormigas. La clave está en la hormiga reina. Esta nace por partenogénesis, es decir, se autorreproduce. Después hay tres tipos de hormigas, de castas, aunque los dos más comunes son las obreras y las soldado. Estas nacen siempre de la reina pero porque esta mantiene relaciones sexuales con hormigas macho. De este modo, todo depende de la reina aunque la reina no tiene ninguna función en la colonia. Más que existir, estar ahí, solo existe para la colonia, para garantizar su población y su supervivencia. Jamás sale del hormiguero y está extraordinariamente bien protegida, por eso vive tantos años.
¿Hay hormigas perezosas o que no hagan nada?
Ocurre a veces, aunque no es frecuente. No sabemos muy bien por qué, pero a veces surgen hormigas que se quedan fuera del grupo y no participan del trabajo, permanecen apartadas sin hacer nada.
¿Qué importancia tienen para el medio ambiente?
Son decisivas. Tenga en cuenta que hay muchísimas. La masa de la especie humana sobre la Tierra es similar a la masa de las hormigas como especie. Los insectos y muchos reptiles se alimentan de ellas. Si no estuvieran, morirían y se desencadenaría un caos medioambiental. También ayudan a polinizar, a defender a ciertas especies de plantas contra animales, a dispersar semillas de plantas para que estas se extiendan por el territorio... Sin las hormigas la naturaleza se detendría y se vendría abajo.
Las hormigas surgieron hace cien millones de años, más o menos como las conocemos hoy. ¿Por qué han evolucionado tan poco?
Han tenido algunas modificaciones, no significativas, así que es cierto que se han mantenido más o menos igual todo este tiempo. Es probable que no les haya hecho falta, están muy bien adaptadas al medio, muy bien preparadas, son un mecanismo vivo muy sofisticado, sin duda.
Surgieron en el Cretácico, han sobrevivido a todo tipo de cataclismos, glaciaciones… ¿Son inmortales?
Como especie prácticamente sí que lo son, han sido capaces de sobrevivir a todo y lo seguirán haciendo.
¿Sobrevivirán al ser humano?
Por supuesto que sí.
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