Los biólogos han sintetizado un cromosoma reducido (le suprimieron sus regiones silenciosas y no codificantes) de la levadura Saccharomyces cerevisiae y han demostrado que, una vez introducido en la levadura, este resulta funcional: cualesquiera que sean las condiciones de cultivo, la levadura equipada con el cromosoma sintético funciona de igual modo que las levaduras naturales. Pero sobre todo, han introducido en el cromosoma sintético secuencias genéticas adicionales que les permiten manipular cada gen no esencial del cromosoma de forma independiente.
Un equipo internacional liderado por Srinivasan Chandrasegaran, Joel Bader y Jef Boeke, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, ha dado un paso importante en la búsqueda del genoma mínimo.
De los aproximadamente 6.000 genes que componen el genoma de la levadura, unos 5.000 no son esenciales: su eliminación individual no es letal para el organismo. Sin embargo, la supresión simultánea de muchos de estos genes puede resultar fatal, aunque se desconoce cuántos y cuáles de ellos. Esto es lo que debe determinar de forma sistemática el nuevo dispositivo, ya que proporciona los medios para observar el efecto directo de la extinción de uno o más genes no esenciales sobre la viabilidad del organismo y su multiplicación.
Cada gen no esencial fue flanqueado por una secuencia que hacía desencadenar su rápida evolución o bien provocaba su eliminación. Una vez se ha acelerado la evolución de un gen, el enfoque permite seleccionar las variantes génicas más adaptadas para un propósito determinado. Los biólogos han observado así que ciertas combinaciones de variantes retardan el crecimiento de las levaduras, mientras que otras lo aceleran de forma extraordinaria.
No es la primera vez que se sintetiza un genoma para introducirlo después en un microorganismo. En 2010, el equipo del Instituto J. Craig Venter, de Estados Unidos, reconstruyó el genoma completo de una bacteria, Mycoplasma mycoides, y transfirió esta copia sintética a otra especie bacteriana, Mycoplasma capricolum. Como consecuencia, las bacterias de esta especie se transformaron en Mycoplasma mycoides. El estudio demostró que, en los organismos procariotas (cuya información genética no se halla encerrada en un núcleo) existe la posibilidad de hacerse con el control de una célula mediante el empleo de un genoma sintético.
S. Chandrasegaran y sus colaboradores han ido más allá. En primer lugar, han demostrado que la estrategia puede aplicarse también en organismos eucariotas (con núcleo). Por otro lado, han ofrecido un enfoque sistemático para optimizar el genoma introducido. El trabajo representa un paso importante hacia el desarrollo de un genoma con una estabilidad controlada y constituye una proeza técnica en la síntesis y ensamblaje de una cadena larga de ADN.
Su estudio representa la primera fase de un programa más amplio, cuyo objetivo es construir un genoma sintético entero de la levadura.
De los aproximadamente 6.000 genes que componen el genoma de la levadura, unos 5.000 no son esenciales: su eliminación individual no es letal para el organismo. Sin embargo, la supresión simultánea de muchos de estos genes puede resultar fatal, aunque se desconoce cuántos y cuáles de ellos. Esto es lo que debe determinar de forma sistemática el nuevo dispositivo, ya que proporciona los medios para observar el efecto directo de la extinción de uno o más genes no esenciales sobre la viabilidad del organismo y su multiplicación.
Cada gen no esencial fue flanqueado por una secuencia que hacía desencadenar su rápida evolución o bien provocaba su eliminación. Una vez se ha acelerado la evolución de un gen, el enfoque permite seleccionar las variantes génicas más adaptadas para un propósito determinado. Los biólogos han observado así que ciertas combinaciones de variantes retardan el crecimiento de las levaduras, mientras que otras lo aceleran de forma extraordinaria.
No es la primera vez que se sintetiza un genoma para introducirlo después en un microorganismo. En 2010, el equipo del Instituto J. Craig Venter, de Estados Unidos, reconstruyó el genoma completo de una bacteria, Mycoplasma mycoides, y transfirió esta copia sintética a otra especie bacteriana, Mycoplasma capricolum. Como consecuencia, las bacterias de esta especie se transformaron en Mycoplasma mycoides. El estudio demostró que, en los organismos procariotas (cuya información genética no se halla encerrada en un núcleo) existe la posibilidad de hacerse con el control de una célula mediante el empleo de un genoma sintético.
S. Chandrasegaran y sus colaboradores han ido más allá. En primer lugar, han demostrado que la estrategia puede aplicarse también en organismos eucariotas (con núcleo). Por otro lado, han ofrecido un enfoque sistemático para optimizar el genoma introducido. El trabajo representa un paso importante hacia el desarrollo de un genoma con una estabilidad controlada y constituye una proeza técnica en la síntesis y ensamblaje de una cadena larga de ADN.
Su estudio representa la primera fase de un programa más amplio, cuyo objetivo es construir un genoma sintético entero de la levadura.
Fuente: http://www.investigacionyciencia.es/noticias/el-primer-cromosoma-artificial-11965
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