Las células tienen proyecciones parecidas a dedos que utilizan para percibir su entorno. Pueden detectar el medio químico y pueden “sentir” su entorno físico utilizando sensores ultrasensibles forjados por la evolución. Una nueva investigación realizada por especialistas del Instituto Niels Bohr, dependiente de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, muestra que esas estructuras parecidas a dedos, llamadas filopodios, pueden extenderse, contraerse y doblarse en movimientos dinámicos.
Los filopodios son muy dinámicos y pueden tanto contraerse como alargarse, además de doblarse de forma activa hacia todas direcciones. Pero, ¿qué es lo que les permite moverse, cómo controlan sus movimientos y qué fuerzas utilizan?
Esto es lo que se propuso averiguar el equipo de Poul Martin Bendix, Natascha Leijnse y Lene Oddershede.
Para empezar, lograron medir con notable precisión las fuerzas ejercidas por los filopodios. Los científicos agarraron la bola situada en el extremo de la antena de los filopodios y tiraron de ella durante un máximo de 20 minutos con un instrumento ultrasensible de manipulación incorporado al microscopio con el que examinaban cada célula. Comprobaron que las células tiraban en sentido contrario con una fuerza de 1-100 piconewtons, el equivalente a la gravedad en un único glóbulo rojo.
En muchos procesos biológicos, la interacción entre las células y la comunicación con su entorno son esenciales para su funcionamiento. Para percibir dicho entorno, las células usan los filopodios, que son protuberancias tubulares que surgen de la membrana celular. Estos “tubos” pueden hacer llegar a la célula mensajes sobre su entorno físico y químico.
Para empezar, lograron medir con notable precisión las fuerzas ejercidas por los filopodios. Los científicos agarraron la bola situada en el extremo de la antena de los filopodios y tiraron de ella durante un máximo de 20 minutos con un instrumento ultrasensible de manipulación incorporado al microscopio con el que examinaban cada célula. Comprobaron que las células tiraban en sentido contrario con una fuerza de 1-100 piconewtons, el equivalente a la gravedad en un único glóbulo rojo.
El mecanismo rotatorio que forma la espiral en el “esqueleto” es crucial para la capacidad de movimiento de los filopodios.
Estos nuevos resultados nos presentan pues a un mecanismo nuevo y sorprendente donde la rotación se convierte en una característica mecánica que hace posible para la célula interactuar con las células vecinas.
FUENTE: http://noticiasdelaciencia.com/not/12580/la-capacidad-de-las-celulas-para-palpar-su-entorno-mediante-estructuras-parecidas-a-dedos/
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