ESPECIES QUE SE LA JUEGAN EN 2015

 Los humanos estamos golpeando continuamente la biodiversidad y estamos dando paso a la sexta gran extinción. El año 2015 debe ser una batalla decisiva para acabar con esto: hasta hoy hemos acabado con 322 especies de vertebrados en los últimos cinco siglos, pero el ritmo mortal se acelera.



Entre los animales, algunas bajas parecen casi seguras. Por ejemplo, la vaquita marina podría tener los días contados. Es el cetáceo más pequeño y el más amenazado de extinción.Su situación recuerda a la vivida con su primo chino, el delfín baiji, que era endémico del río Yangtze y todo indica que se ha extinguido en los últimos años. La sobrepesca, la construcción de represas y la degradación de su entorno por la explotación del río empujaron a estos delfines a la desaparición. Ahora, la marsopa sin aleta que también habita el Yangtze es el cetáceo más amenazado después de la vaquita.

Estos casos son buenos ejemplos de lo que está ocurriendo en los entornos marinos y fluviales, sobreexplotados y contaminados: la basura arrojada a los mares está matando a muchos animales.Una de cada cuatro especies de mamíferos marinos y más de un tercio de las aves que viven del mar se está envenenando con desechos. Recientemente, los gobiernos de todo el planeta se comprometieron a cambiar esta tendencia protegiendo algunas de las especies en peligro.

En tierra firme las cosas están igual de mal. Por ejemplo, son varias las especies de rinoceronte que se deslizan peligrosamente por la pendiente de la extinción. De las cinco existentes en la actualidad, tres se encuentran en situación crítica.

La caza es solo uno de los problemas que disminuyen en número de especies en todo el planeta: la explotación, la contaminación, el cambio climático y la pérdida de hábitats por tala o agricultura están sumándose a esta amenaza múltiple que puede convertirse en extinciones masivas en los próximos siglos. Hasta donde llega la ciencia, hay más de 4.500 especies de mamíferos, aves y anfibios amenazados de extinción.

Muchas especies desaparecen sin que lleguen a conocerse y otras se registran cuando ya quedan pocos especímenes vivos. El caso ejemplar sería el del saola, casi un animal mitológico, que fue catalogado por primera vez en 1992. Desde entonces apenas ha habido un puñado de avistamientos.






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