Los biólogos del Centro de Investigaciones Marinas de la Xunta (CIMA) se enfrentan desde 2012 a un nuevo parásito que se detectó por primera vez en la zona de libre marisqueo de Carril, en Arousa, y que está exterminando las poblaciones de berberecho común en las Rías Baixas, donde representa más de la mitad de toda la producción marisquera. Desde entonces, el patógeno, que sólo afecta a este bivalvo, ha causado una hecatombe para el sector hasta el punto de desaparecer de Os Lombos do Ulla, una de sus principales bancos en la ría de Arousa. Los análisis oficiales confirman ahora que el parásito se ha extendido a las rías de Vigo y Pontevedra.
La epidemia, que según los expertos podría durar años, ha coincidido con una elevada mortandad de almeja por causas naturales derivadas de las persistentes riadas, una situación extrema que llevó a la Consellería do Medio Rural e do Mar a decretar el cierre de todos los bancos de libre marisqueo. Llevará al paro a más de 3.000 mariscadores, que ya negocian a través del Instituto Social de la Marina las compensaciones económicas por el paro forzoso.
Los biólogos saben que el parásito no se reproduce por contagio, pero hay un vector que actúa en la propagación de la enfermedad que aún no han encontrado e ignoran cuándo podrán dar un pronóstico fiable sobre la evolución de la epidemia. Después de casi tres años controlando las poblaciones del bivalvo infectado, José Molares Vila, subdirector de Investigación y Apoyo Científico-Técnico de la Consellería, admite que no se sabe cómo evitar la propagación de la enfermedad, dice que habría que esperar al menos un nuevo ciclo de reproducción para verificar si hay síntomas de recuperación de la especie. La preocupación es máxima y todas las expectativas están puestas en que el bivalvo se haga resistente al protozoo. Molares reconoce que el escenario para el berberecho y la almeja es similar a las graves secuelas que dejaron las riadas coincidentes con el año del accidente del Prestige, porque la marea negra no llegó a afectar a los bancos marisqueros.
Desde que en 2012 apareció por primera vez el mortal protozoo en los bancos de Carril, probablemente de semilla foránea infectada o transportada en el agua de lastres de los barcos mercantes, el seguimiento científico confirma que ninguna de las cuatro generaciones de berberecho infectado ha alcanzado la talla comercial. El subdirector de investigaciones confirma que la enfermedad ya se ha extendido al fondo de la ría de Pontevedra y dentro de la ensenada de Rande, en la de Vigo, aunque no ha llegado a la de Noia, la más productiva en berberecho. Aunque se ha prohibido sembrar semilla de las zonas afectadas, es obvio que esto, por sí solo, no ha impedido la propagación. Molares es más optimista al descartar que este parásito afecte a otros bivalvos como la almeja, la ostra o el mejillón.
El patógeno causante de esta extraña epidemia, reconocido como marteilia cochillia por la comunidad científica en 2013, ataca al aparato digestivo del berberecho común (cerastoderma edule), que no llega a crecer lo suficiente.
Biólogos del Centro de Investigaciones Marítimas y patólogos deI Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino centran sus esfuerzos en salvar la especie sin perder la esperanza. Todo depende de que los individuos que se están reclutando en hábitats naturales o en cautividad sigan sanos y se hagan resistentes al patógeno. Pero los investigadores reconocen que no pueden afirmar con certeza si eso podría llegar a ocurrir ni cuándo “Al protozoo le interesa que el hospedador se haga resistente y no muera para propagarse con mayor éxito”, apunta José Molares.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/01/31/galicia/1422738480_665625.html
La epidemia, que según los expertos podría durar años, ha coincidido con una elevada mortandad de almeja por causas naturales derivadas de las persistentes riadas, una situación extrema que llevó a la Consellería do Medio Rural e do Mar a decretar el cierre de todos los bancos de libre marisqueo. Llevará al paro a más de 3.000 mariscadores, que ya negocian a través del Instituto Social de la Marina las compensaciones económicas por el paro forzoso.
Los biólogos saben que el parásito no se reproduce por contagio, pero hay un vector que actúa en la propagación de la enfermedad que aún no han encontrado e ignoran cuándo podrán dar un pronóstico fiable sobre la evolución de la epidemia. Después de casi tres años controlando las poblaciones del bivalvo infectado, José Molares Vila, subdirector de Investigación y Apoyo Científico-Técnico de la Consellería, admite que no se sabe cómo evitar la propagación de la enfermedad, dice que habría que esperar al menos un nuevo ciclo de reproducción para verificar si hay síntomas de recuperación de la especie. La preocupación es máxima y todas las expectativas están puestas en que el bivalvo se haga resistente al protozoo. Molares reconoce que el escenario para el berberecho y la almeja es similar a las graves secuelas que dejaron las riadas coincidentes con el año del accidente del Prestige, porque la marea negra no llegó a afectar a los bancos marisqueros.
Desde que en 2012 apareció por primera vez el mortal protozoo en los bancos de Carril, probablemente de semilla foránea infectada o transportada en el agua de lastres de los barcos mercantes, el seguimiento científico confirma que ninguna de las cuatro generaciones de berberecho infectado ha alcanzado la talla comercial. El subdirector de investigaciones confirma que la enfermedad ya se ha extendido al fondo de la ría de Pontevedra y dentro de la ensenada de Rande, en la de Vigo, aunque no ha llegado a la de Noia, la más productiva en berberecho. Aunque se ha prohibido sembrar semilla de las zonas afectadas, es obvio que esto, por sí solo, no ha impedido la propagación. Molares es más optimista al descartar que este parásito afecte a otros bivalvos como la almeja, la ostra o el mejillón.
El patógeno causante de esta extraña epidemia, reconocido como marteilia cochillia por la comunidad científica en 2013, ataca al aparato digestivo del berberecho común (cerastoderma edule), que no llega a crecer lo suficiente.
Biólogos del Centro de Investigaciones Marítimas y patólogos deI Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino centran sus esfuerzos en salvar la especie sin perder la esperanza. Todo depende de que los individuos que se están reclutando en hábitats naturales o en cautividad sigan sanos y se hagan resistentes al patógeno. Pero los investigadores reconocen que no pueden afirmar con certeza si eso podría llegar a ocurrir ni cuándo “Al protozoo le interesa que el hospedador se haga resistente y no muera para propagarse con mayor éxito”, apunta José Molares.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/01/31/galicia/1422738480_665625.html
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