Una investigación ha revelado que una comunidad de
bacterias, algas y otros organismos naturales que viven en superficies
sumergidas está ayudando a transformar el mercurio que contamina un río de New
Hampshire en una forma aún más toxica del metal.
El estudio lo ha realizado el equipo de Celia Chen y Kate
Buckman, del Dartmouth College en Hanover, New Hampshire, Estados Unidos.
El metilmercurio es
una forma altamente tóxica de mercurio y la que asciende más fácilmente por la
cadena alimentaria, donde puede alcanzar altas concentraciones en los peces
depredadores. En los sistemas acuáticos, el mercurio es transformado en
metilmercurio mediante un complejo proceso biogeoquímico en el que intervienen
de manera decisiva ciertas bacterias. Las comunidades biológicas como la
examinada, y que constan de bacterias, algas, hongos y detritos, adheridos a
rocas y plantas así como a otras superficies sumergidas, son una parte
fundamental de los ecosistemas acuáticos y pueden ser una fuente primaria de
alimento para peces pequeños e invertebrados.
El mercurio presente en la zona contaminada procede de una
fábrica que produjo cloro utilizado en la fabricación de papel, en una factoría
adyacente de pulpa desde 1898 hasta la década de 1960.
El equipo de investigación encontró que el sedimento
superficial junto al lugar tenía niveles de metilmercurio hasta 40 veces más
altos, y niveles totales de mercurio hasta 30 veces más elevados que los
medidos en otros puntos del río. Las concentraciones de mercurio en el agua
junto al lugar eran hasta cinco veces más altas que río abajo.
Fuente.
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