El principal proceso
de las infecciones es cuando el
patógeno entra en las células que quiere colonizar. En el caso del VIH este
paso es muy delicado, ya que su objetivo
son las propias células del sistema inmunitario responsables de combatir a los
invasores, las células dendríticas. Un
equipo liderado por el Instituto de Investigación del Sida con participación de investigadores del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
ha encontrado el salvoconducto que permite esa entrada, lo que origina
la difusión posterior de la infección.
El trabajo, que publica PLOS Biology, es otro punto de vista
del que conocía hasta ahora, en el que
los estudios se centraban en las proteínas de la cubierta del virus. El
compuesto descubierto es un gangliósido (una compleja combinación de un lípido,
un azúcar y el ácido siálico). Obviamente, una vez conocida la llave, la idea a
largo plazo es encontrar la manera de bloquear la cerradura. O, en términos
médicos, desarrollar fármacos que inhiban el proceso. En tiempo puede
suponer en torno a 15 años. Si se impide
que el VIH entre en las células dendríticas quedarán expuestas a la acción del
sistema inmunitario y serán más fáciles de erradicar. Porque la complicación de
las infecciones con retrovirus (la familia a la que pertenece el VIH) es que
cuando entran en las células integran su material genético en el del anfitrión,
con lo que no hay forma de atacarlo, y por eso la infección puede quedar
latente y hay que estar muy pendiente para que no se active.
“Hemos comprobado es
la hipótesis que barajábamos: que el virus es capturado por las células
dendríticas gracias a los gangliósidos de su superficie”, ha dicho Fina Casas,
una de la investigadoras de un equipo en el que están también Gemma Fabriá y
colaboradores de la universidad de Heidelberg.
Durante las investigaciones, los científicos alteraron la
composición de gangliósidos en la superficie de virus artificiales y liposomas
(vesículas esféricas formadas por los componentes de las membranas celulares).
Al poner en contacto estas partículas con las células dendríticas, se comprobó que únicamente podían entrar en las células
aquellas vesículas con gangliósidos específicos en su superficie. Por último,
comprobaron que eliminar los gangliósidos directamente del virus evita que las
células dendríticas puedan atrapar el VIH‐1.
Realmente, el destino
último del VIH no son las células
dendríticas. Son otros componentes del sistema inmunitario, las células CD-4, a
las que coloniza y destruye durante su proceso de reproducción. Por esta razón los
investigadores dicen que este mecanismo descrito es el de un caballo de Troya,
ya que permite que el virus se aproxime a su objetivo en una forma que no
desata las alarmas.
Bibliografía.
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