Un equipo de investigadores del Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR), en Barcelona, participó, hace unos años, en una investigación internacional que identificó 518 nuevas bacterias, completamente desconocidas hasta entonces, en la microbiota (flora intestinal) humana.
La investigación amplió, además, el número de genes microbianos conocidos, de 3 a 10 millones.
Los resultados de esta investigación, que publicó la revista "Nature Biotechnology", formaron parte del proyecto europeo MetaHIT (Metagenomics Human Intestinal Tract), dotado con 11,4 millones de euros para investigar cómo se relaciona el microbioma humano con la salud y las enfermedades.
El Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR) es uno de los trece centros que participaron en este proyecto (el único centro español) bajo la dirección del doctor Francisco Guarner, quien explicó que no todas las muestras que habían estudiado poseían esta cantidad de especies desconocidas. Las muestras de la flora intestinal de algunos individuos tenían muy pocas de estas especies y, al analizarlo con detalle, comprobaron que se trataba de las muestras de pacientes con enfermedad de Crohn.
"Esto plantea que estas especies, hasta ahora desconocidas, son posiblemente las que marcan la diferencia entre el microbioma humano de las personas sanas y la de las enfermas", anunció Guarner. Según el investigador, estos datos abren estrategias para intentar recuperar estas especies con intervenciones nutricionales: administrando fibras, prebióticos que ayuden al crecimiento selectivo de algunas especies o probióticos.
Estas bacterias desconocidas son, probablemente, las llamadas "bacterias buenas" ya que al no ser las típicas que producen una infección, ni se conocen ni se han aislado antes. Según Guarner, las bacterias descubiertas no pueden ser aisladas porque "casi con toda seguridad no sobrevivirían fuera del colon para poder ser trasplantadas".
El responsable del trabajo e investigador del Grupo de Fisiología y Fisiopatología Digestiva del VHIR señaló que las nuevas especies descubiertas no son cultivables ya que son bastantes sensibles al oxígeno, es decir, son anaerobias muy estrictas y establecen una gran dependencia con su entorno para poder sobrevivir. "Por ese mismo motivo, cuando acudimos a las bases de datos no hallamos ni rastro y hasta ahora no sabíamos nada de ellas", indicó Guarner.
Los resultados de esta investigación, que publicó la revista "Nature Biotechnology", formaron parte del proyecto europeo MetaHIT (Metagenomics Human Intestinal Tract), dotado con 11,4 millones de euros para investigar cómo se relaciona el microbioma humano con la salud y las enfermedades.
El Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR) es uno de los trece centros que participaron en este proyecto (el único centro español) bajo la dirección del doctor Francisco Guarner, quien explicó que no todas las muestras que habían estudiado poseían esta cantidad de especies desconocidas. Las muestras de la flora intestinal de algunos individuos tenían muy pocas de estas especies y, al analizarlo con detalle, comprobaron que se trataba de las muestras de pacientes con enfermedad de Crohn.
El responsable del trabajo e investigador del Grupo de Fisiología y Fisiopatología Digestiva del VHIR señaló que las nuevas especies descubiertas no son cultivables ya que son bastantes sensibles al oxígeno, es decir, son anaerobias muy estrictas y establecen una gran dependencia con su entorno para poder sobrevivir. "Por ese mismo motivo, cuando acudimos a las bases de datos no hallamos ni rastro y hasta ahora no sabíamos nada de ellas", indicó Guarner.
Este descubrimiento fue posible gracias a un nuevo enfoque de análisis bioinformático que permitido "aflorar" estas especies.
El estudio detectó 741 especies metagenómicas distintas, llamadas así por la imposibilidad de adjudicarles un nombre. Al contrastarlas con las bases de datos, los investigadores comprobaron que 115 de estas especies ya eran conocidas, mientras que 518 eran las desconocidas; las 108 restantes eran parcialmente conocidas.
El estudio detectó 741 especies metagenómicas distintas, llamadas así por la imposibilidad de adjudicarles un nombre. Al contrastarlas con las bases de datos, los investigadores comprobaron que 115 de estas especies ya eran conocidas, mientras que 518 eran las desconocidas; las 108 restantes eran parcialmente conocidas.
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