El panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) es una de las especies más amenazadas. Esto es debido a la destrucción de su hábitat natural, el avance de la agricultura y la presión demográfica humana.Además, otro factor muy importante en los que influye es que la flora bacteriana de su aparato digestivo es la de un carnívoro, no la de un animal que solo come bambú, es decir, hervíboro.
En su adaptación a una monodieta(dieta basada en hojas, tallos y brotes de bambú) desarrolló poderosas mandíbulas y dientes además de un sexto dedo con el que agarrar los tallos.
Sin embargo, la evolución no ha hecho un buen trabajo con el panda. Su aparato digestivo es muy simple. A diferencia de otros herbívoros, que han desarrollado intestinos muy largos para darle tiempo al organismo a absorber una fibra vegetal que de otra forma sería indigerible, el recorrido intestinal de este oso es muy corto.El sistema digestivo del panda es tan ineficiente que come 12 kilos diarios de bambú y solo digiere el 17%.
Durante un tiempo se pensó que la explicación a esto debía estar en sus genes. Tras la masticación, la primera parte de la digestión tiene lugar en el estómago, donde unas enzimas digestivas se encargan de descomponer la comida, habiendo enzimas especializadas para cada tipo de nutriente. Sin embargo, la secuenciación de su genoma demostró que los pandas no han desarrollado enzimas para vegetales, aunque sí para la carne.
Mas tarde, se pensó que era la flora bacteriana que, alojada en los intestinos, la que haría el trabajo. Pero tampoco.Investigadores chinos han analizado muestras de las heces de una cincuentena de osos panda buscando bacterias a las que les gustara el verde. Pero lo que han encontrado no le garantiza un gran futuro a este animal único. Vieron que la diversidad de su flora bacteriana intestinal es de las menores comparada con otros grandes mamíferos. Comprobaron además que variaba mucho según las estaciones. Descontados los lactantes, tanto los ejemplares adultos como los jóvenes mostraban un perfil bacteriano muy diferente en los meses de la primavera y el verano respecto de los de finales del otoño.Esto podría estar relacionado con el ritmo de crecimiento del bambú y la mayor o menor abundancia de brotes tiernos, el plato preferido del panda.Pero el resultado más intrigante es que, a pesar de llevar millones de años comiendo solo vegetales, las bacterias intestinales del panda son las de un carnívoro. Entre los herbívoros predominan colonias de bacterias que saben lidiar con la fibra, como las bacteroidales o las fibrobacterias que, en los rumiantes, degradan la celulosa.Este resultado es inesperado y bastante relevante ya que implica que la flora intestinal del panda gigante parece que no se ha adaptado bien a su monodieta, colocando a los pandas en un dilema evolutivo.
En su adaptación a una monodieta(dieta basada en hojas, tallos y brotes de bambú) desarrolló poderosas mandíbulas y dientes además de un sexto dedo con el que agarrar los tallos.
Sin embargo, la evolución no ha hecho un buen trabajo con el panda. Su aparato digestivo es muy simple. A diferencia de otros herbívoros, que han desarrollado intestinos muy largos para darle tiempo al organismo a absorber una fibra vegetal que de otra forma sería indigerible, el recorrido intestinal de este oso es muy corto.El sistema digestivo del panda es tan ineficiente que come 12 kilos diarios de bambú y solo digiere el 17%.
Durante un tiempo se pensó que la explicación a esto debía estar en sus genes. Tras la masticación, la primera parte de la digestión tiene lugar en el estómago, donde unas enzimas digestivas se encargan de descomponer la comida, habiendo enzimas especializadas para cada tipo de nutriente. Sin embargo, la secuenciación de su genoma demostró que los pandas no han desarrollado enzimas para vegetales, aunque sí para la carne.
Mas tarde, se pensó que era la flora bacteriana que, alojada en los intestinos, la que haría el trabajo. Pero tampoco.Investigadores chinos han analizado muestras de las heces de una cincuentena de osos panda buscando bacterias a las que les gustara el verde. Pero lo que han encontrado no le garantiza un gran futuro a este animal único. Vieron que la diversidad de su flora bacteriana intestinal es de las menores comparada con otros grandes mamíferos. Comprobaron además que variaba mucho según las estaciones. Descontados los lactantes, tanto los ejemplares adultos como los jóvenes mostraban un perfil bacteriano muy diferente en los meses de la primavera y el verano respecto de los de finales del otoño.Esto podría estar relacionado con el ritmo de crecimiento del bambú y la mayor o menor abundancia de brotes tiernos, el plato preferido del panda.Pero el resultado más intrigante es que, a pesar de llevar millones de años comiendo solo vegetales, las bacterias intestinales del panda son las de un carnívoro. Entre los herbívoros predominan colonias de bacterias que saben lidiar con la fibra, como las bacteroidales o las fibrobacterias que, en los rumiantes, degradan la celulosa.Este resultado es inesperado y bastante relevante ya que implica que la flora intestinal del panda gigante parece que no se ha adaptado bien a su monodieta, colocando a los pandas en un dilema evolutivo.
Los investigadores compararon entonces sus resultados con una muestra de la flora intestinal de otras especies entre las que había algunos cercanos, como el oso tibetano o el panda rojo, carnívoros como el tigre o herbívoros de todo tipo, desde caballos hasta conejos, pasando por canguros. Además de su menor diversidad bacteriana, vieron que la flora del panda encajaba mejor con la de los osos (omnívoros) y animales carnívoros que con la de los herbívoros.
En las conclusiones del estudio, los biólogos reconocen que el enigma del panda sigue sin resolverse pero que habrá que hacerlo si se quiere asegurar su futuro.
http://elpais.com/elpais/2015/05/19/ciencia/1432020501_290249.html
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