Científicos de la Universidad de Cambridge han descubierto que nuestro sistema inmunológico se adapta a las estaciones del año. Según la revista Nature, casi un 25% de la actividad de nuestros genes cambia según la estación, lo que explica la razón de que algunas enfermedades sean más duras y comunes en invierno y que estemos mejor de salud en verano.
Ya se sabía que algunas enfermedades autoinmunes y cardiovasculares como la esclerosis múltiple o la diabetes de tipo uno variaban cada etapa del año, así como algunas enfermedades psicológicas o la cantidad de vitamina D que hay en nuestro organismo. La investigación de Cambridge sugiere que la razón de estas modificaciones podría estar relacionada con este nuevo descubrimiento. Según el genetista John Todd, autor principal del estudio, 5136 de los 22822 genes que han sido analizados, son más activos en verano o invierno. Es decir, una quinta parte de ellos se someten a cambios estacionales.
Estas variaciones tienen un efecto directo en las células responsables de nuestra resistencia inmune, así como en el tejido adiposo y en la composición de nuestra sangre. También explica por qué muchos problemas psíquicos y físicos empeoran en el invierno. "Nadie estaba seguro en qué medida se modifica el sistema inmune", explica Todd. Este descubrimiento podría influir en la planificación de futuros estudios así como en los tratamientos de personas que padecen diabetes mellitus tipo 1.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron el tejido adiposo y muestras de sangre de más de 16000 personas de diferentes lugares del mundo: Gambia, Islandia, EEUU, Reino Unido y Australia. Según explican, uno de los hallazgos más importantes fue que, en ratones, el receptor nuclear translocador de aril hidrocarburos - una proteína transmembranal codificada por un gen asociado a la susceptibilidad a padecer hipertensión y diabetes- reacciona a las infecciones conteniendo la inflamación y es mucho más activo en verano que en invierno. Si es posible extrapolar estos resultados obtenidos en ratones a los seres humanos, esto implicaría que esta función genética en invierno podría ayudar a tratar mejor algunas enfermedades.
También descubrieron que los genes responsables de determinadas reacciones a las vacunas son más activos durante el invierno, por lo que sugirieron que los programas de vacunación podrían ser más eficaces durante la época de frío, ya que nuestro sistema inmunológico está más preparado y reacciona mejor.
Ya se sabía que algunas enfermedades autoinmunes y cardiovasculares como la esclerosis múltiple o la diabetes de tipo uno variaban cada etapa del año, así como algunas enfermedades psicológicas o la cantidad de vitamina D que hay en nuestro organismo. La investigación de Cambridge sugiere que la razón de estas modificaciones podría estar relacionada con este nuevo descubrimiento. Según el genetista John Todd, autor principal del estudio, 5136 de los 22822 genes que han sido analizados, son más activos en verano o invierno. Es decir, una quinta parte de ellos se someten a cambios estacionales.
Estas variaciones tienen un efecto directo en las células responsables de nuestra resistencia inmune, así como en el tejido adiposo y en la composición de nuestra sangre. También explica por qué muchos problemas psíquicos y físicos empeoran en el invierno. "Nadie estaba seguro en qué medida se modifica el sistema inmune", explica Todd. Este descubrimiento podría influir en la planificación de futuros estudios así como en los tratamientos de personas que padecen diabetes mellitus tipo 1.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron el tejido adiposo y muestras de sangre de más de 16000 personas de diferentes lugares del mundo: Gambia, Islandia, EEUU, Reino Unido y Australia. Según explican, uno de los hallazgos más importantes fue que, en ratones, el receptor nuclear translocador de aril hidrocarburos - una proteína transmembranal codificada por un gen asociado a la susceptibilidad a padecer hipertensión y diabetes- reacciona a las infecciones conteniendo la inflamación y es mucho más activo en verano que en invierno. Si es posible extrapolar estos resultados obtenidos en ratones a los seres humanos, esto implicaría que esta función genética en invierno podría ayudar a tratar mejor algunas enfermedades.
También descubrieron que los genes responsables de determinadas reacciones a las vacunas son más activos durante el invierno, por lo que sugirieron que los programas de vacunación podrían ser más eficaces durante la época de frío, ya que nuestro sistema inmunológico está más preparado y reacciona mejor.
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