La siesta es una costumbre que lleva instalada años, pero sólo en algunos países, y es que no para todos los ciudadanos del mundo dormir tras la comida es considerado un placer. En España, la mayoría no renunciamos a esta tradición, de hecho, es uno de los lugares en los que más personas disfrutan de ese peculiar tiempo de tranquilidad y sosiego. Guste o no, investigadores de todo el mundo han mostrado interés en ello desde el punto de vista científico y han logrado demostrar sus beneficios, que son más de los que creemos.
Una reciente investigación liderada por el cardiólogo griego Manolis Calístrato, ha revelado que dormir la siesta está relacionado directamente con tener una presión arterial (PA) más baja. Para llegar a esta conclusión, los científicos midieron los niveles de presión arterial a 386 pacientes (200 hombres y 186 mujeres) con una media de edad de 61,4 años. Calístrato encontró que quienes dormían una siesta de 60 minutos alrededor del mediodía tenían un 5% menos de presión sistólica (la que ejerce la sangre cuando el corazón late) que los que no lo hicieron. Esto podría dar lugar a una diferencia sustancial en la salud a largo plazo.
Una reciente investigación liderada por el cardiólogo griego Manolis Calístrato, ha revelado que dormir la siesta está relacionado directamente con tener una presión arterial (PA) más baja. Para llegar a esta conclusión, los científicos midieron los niveles de presión arterial a 386 pacientes (200 hombres y 186 mujeres) con una media de edad de 61,4 años. Calístrato encontró que quienes dormían una siesta de 60 minutos alrededor del mediodía tenían un 5% menos de presión sistólica (la que ejerce la sangre cuando el corazón late) que los que no lo hicieron. Esto podría dar lugar a una diferencia sustancial en la salud a largo plazo.
A pesar de que la disminución de la PA parece poca, hay que recordar que las reducciones de tan sólo dos milímetros de mercurio en la presión arterial sistólica pueden reducir el riesgo de episodios cardiovasculares en hasta un 10 por ciento", señala el experto. "Si las siestas pueden reducir los niveles de presión arterial, probablemente también sean capaces de reducir el número de medicamentos antihipertensivos requeridos", añade.
Según comenta Calístrato, algunas personas no pueden dormir la siesta debido a que sus horarios laborales coinciden con ese periodo de después del almuerzo. Aun así, aconseja sacrificar la hora de la comida y arañar unos minutos para cerrar los ojos y descansar. Y si no, que se lo hubiesen preguntado a los famosos Winston Churchill, Thomas Edison o John F. Kennedy, que tuvieron vidas muy ocupadas y para ellos este tiempo de reposo diario era sagrado.
Aquí no acaba todo, estudios relacionados han confirmado una serie de ventajas para la salud de esta vieja tradición. Así, una investigación publicada en Obesity Facts, concluía que dormir menos de cinco horas diarias aumentaba el riesgo de obesidad; sin embargo, si añadíamos un tiempo de siesta diario, esta tendencia a la obesidad se convertía en una herramienta de mantenimiento de peso saludable. Otro estudio publicado en Cerebral cortex revelaba que, si dormimos siesta, se mejora nuestro estado de ánimo posterior y somos más empáticos a la hora de evaluar las emociones de los demás. La restauración del sistema inmune y la mejora de la memoria y la concentración son otros de los beneficios de la siesta.
Fuente: cienciaxplora
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