Los tratamientos con artemisinina –cuya descubridora ganó el último Nobel de Medicina– el empuje financiero de varios patrocinadores y los avances en conseguir una vacuna (la Organización Mundial de la Salud, OMS, acaba de recomendar un ensayo a gran escala del prototipo RTS,S) han puesto la posibilidad de eliminar la malaria del mundo en el
punto de mira. Pero el proceso "debe ser continuado", afirma el investigador Alfredo Mayor, del instituto ISGlobal, que ha detectado que cuando aparecen repuntes de la enfermedad, las embarazadas son especialmente vulnerables.
En un trabajo cuyo resultado ha publicado The New England Journal of Medicine, Mayor y su equipo han descrito la variación de la gravedad e intensidad de la infección en las mujeres gestantes de Manhiça (Mozambique), cuyo centro de investigación en salud (el CISM) se hizo conocido por ser donde empezó el ensayo de la vacuna de la malaria que se va a probar ahora en un millón de niños.
La principal conclusión, explica Mayor, es que cuando hay un repunte de malaria, la cantidad y la gravedad de los casos que aparecen entre las embarazadas es mayor. por ejemplo, ante un crecimiento de los casos en general, la concentración de parásito en las mujeres era mucho mayor. Lo vieron estudiando a casi 2.000 mozambiqueñas. "Las embarazadas son especialmente vulnerables porque al portar un feto, su sistema inmunitario cambia y las hace más susceptible a las infecciones y a la anemia", dice el investigador. Además, el parásito que causa la malaria, el plasmodio, "tiene la característica de que se puede acumular en la placenta, lo que aumenta el índice de abortos, partos prematuros o con bajo peso e infecciones congénitas". Este último proceso de una transmisión de la malaria de madre a hijo es muy infrecuente, peo en estos casos aumenta, añade.
Aparte de reflejar lo sucedido en Manhiça, del ensayo se puede extraer otra enseñanza. La malaria afecta actualmente a unos 200 millones de personas al año, y causa unas 500.000 muertes. Pero en los últimos años ha habido importantes avances. Por ejemplo, la tasa de mortalidad se ha reducido un 60% en los últimos 15 años, según la OMS. "Hay que monitorizar estrechamente y tener un buen sistema de vigilancia. Y si se inician actividades de control o de eliminación de la enfermedad, no se debe detener porque un repunte sería peor", insiste Mayor.La causa de esta especial vulnerabilidad de las gestantes, y, en general de la población ante un repunte de la enfermedad, cuando esta esté ya en retirada, es de tipo epidemiológico. Actualmente, en las zonas –sobre todo africanas– donde la malaria es endémica, la población está expuesta continuamente a la infección. Esto hace que lleguen a la edad adulta con una inmunidad adquirida muy alta, lo que protege a las mujeres en edad de tener hijos. Si el plasmodio ha desaparecido, al menos en gran proporción, esta especie de vacunación adquirida se pierde, por lo que un repunte de la enfermedad pillará a la población peor preparada, y el efecto del parásito será peor.
La principal conclusión, explica Mayor, es que cuando hay un repunte de malaria, la cantidad y la gravedad de los casos que aparecen entre las embarazadas es mayor. por ejemplo, ante un crecimiento de los casos en general, la concentración de parásito en las mujeres era mucho mayor. Lo vieron estudiando a casi 2.000 mozambiqueñas. "Las embarazadas son especialmente vulnerables porque al portar un feto, su sistema inmunitario cambia y las hace más susceptible a las infecciones y a la anemia", dice el investigador. Además, el parásito que causa la malaria, el plasmodio, "tiene la característica de que se puede acumular en la placenta, lo que aumenta el índice de abortos, partos prematuros o con bajo peso e infecciones congénitas". Este último proceso de una transmisión de la malaria de madre a hijo es muy infrecuente, peo en estos casos aumenta, añade.
Aparte de reflejar lo sucedido en Manhiça, del ensayo se puede extraer otra enseñanza. La malaria afecta actualmente a unos 200 millones de personas al año, y causa unas 500.000 muertes. Pero en los últimos años ha habido importantes avances. Por ejemplo, la tasa de mortalidad se ha reducido un 60% en los últimos 15 años, según la OMS. "Hay que monitorizar estrechamente y tener un buen sistema de vigilancia. Y si se inician actividades de control o de eliminación de la enfermedad, no se debe detener porque un repunte sería peor", insiste Mayor.La causa de esta especial vulnerabilidad de las gestantes, y, en general de la población ante un repunte de la enfermedad, cuando esta esté ya en retirada, es de tipo epidemiológico. Actualmente, en las zonas –sobre todo africanas– donde la malaria es endémica, la población está expuesta continuamente a la infección. Esto hace que lleguen a la edad adulta con una inmunidad adquirida muy alta, lo que protege a las mujeres en edad de tener hijos. Si el plasmodio ha desaparecido, al menos en gran proporción, esta especie de vacunación adquirida se pierde, por lo que un repunte de la enfermedad pillará a la población peor preparada, y el efecto del parásito será peor.
Fuente: El País.
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