Estas plantas marinas tienen una gran cantidad de celulosa, similar a la de los árboles, con la diferencia de que no necesitan un tratamiento químico tan nocivo y contaminante para su conversión en papel.
Un grupo de científicos españoles está investigando la forma más eficaz y pulcra de convertir en papel las miles de toneladas de algas arrastradas por el mar a las playas españolas.
La investigación es pionera y se está patentando el proceso de producción y transformación de las plantas.
“Un día por casualidad, observando las algas en la orilla, se me ocurrió intentar extraer su celulosa”, explica Moral (especializada en la reutilización de residuos agrícolas) que considera que este sistema puede ayudar a reducir el problema de la tala de árboles y la deforestación en Asia y América Latina.
Además matiza que no se trata de entrar al mar y sacar de allí las algas o las plantas marinas sino de aprovechar lo que depositan las mareas en las playas.
Miles y miles de toneladas son retiradas cada año por los servicios de limpieza de los ayuntamientos.
Además de adaptar la tecnología convencional de reutilización de residuos a las algas, el equipo de la universidad sevillana está trabajando en la selección de las especies más adecuadas, siendo la posidonia una de las que mejor rendimientos está ofreciendo y una de las que menos lignina contiene.
Este polímero es lo que da color al papel o a la celulosa, por lo que las fábricas papeleras utilizan tradicionalmente cloro u otros agentes para blanquear el producto final.
En general, todas las algas “necesitan menos reactivos químicos para extraer la celulosa, con lo que lo estamos haciendo todo de forma más sencilla y con procesos mínimamente contaminantes” según cuentan los científicos.
El producto final resultante es exactamente igual que el papel de la celulosa del árbol, y también comestible porque no se le añade ningún elemento químico perjudicial; es inocuo.
Además, los investigadores tienen prevista una reunión con una industria papelera de Jaén, que se ha mostrado interesada en incorporar las algas “parcialmente” en su producción.
“Se puede meter entre un 20 o 30 %, con lo que se minimizan también los costes, porque la materia prima es gratuita. Compensa, pese al gasto del transporte”, subraya la investigadora principal del proyecto, en el que participan, entre otros, la profesora María de la Menta Ballesteros, también de la Universidad Pablo Olavide.
En cuanto al rendimiento de la celulosa que se extrae de las algas en comparación con el de los árboles, es similar siempre que las plantas acuáticas se secan previamente, añade Moral, que forma parte del grupo de Ecowal del centro universitario sevillano.
“Un día por casualidad, observando las algas en la orilla, se me ocurrió intentar extraer su celulosa”, explica Moral (especializada en la reutilización de residuos agrícolas) que considera que este sistema puede ayudar a reducir el problema de la tala de árboles y la deforestación en Asia y América Latina.
Además matiza que no se trata de entrar al mar y sacar de allí las algas o las plantas marinas sino de aprovechar lo que depositan las mareas en las playas.
Miles y miles de toneladas son retiradas cada año por los servicios de limpieza de los ayuntamientos.
Además de adaptar la tecnología convencional de reutilización de residuos a las algas, el equipo de la universidad sevillana está trabajando en la selección de las especies más adecuadas, siendo la posidonia una de las que mejor rendimientos está ofreciendo y una de las que menos lignina contiene.
Este polímero es lo que da color al papel o a la celulosa, por lo que las fábricas papeleras utilizan tradicionalmente cloro u otros agentes para blanquear el producto final.
En general, todas las algas “necesitan menos reactivos químicos para extraer la celulosa, con lo que lo estamos haciendo todo de forma más sencilla y con procesos mínimamente contaminantes” según cuentan los científicos.
El producto final resultante es exactamente igual que el papel de la celulosa del árbol, y también comestible porque no se le añade ningún elemento químico perjudicial; es inocuo.
Además, los investigadores tienen prevista una reunión con una industria papelera de Jaén, que se ha mostrado interesada en incorporar las algas “parcialmente” en su producción.
“Se puede meter entre un 20 o 30 %, con lo que se minimizan también los costes, porque la materia prima es gratuita. Compensa, pese al gasto del transporte”, subraya la investigadora principal del proyecto, en el que participan, entre otros, la profesora María de la Menta Ballesteros, también de la Universidad Pablo Olavide.
En cuanto al rendimiento de la celulosa que se extrae de las algas en comparación con el de los árboles, es similar siempre que las plantas acuáticas se secan previamente, añade Moral, que forma parte del grupo de Ecowal del centro universitario sevillano.
Fuente: UNIVERSIDAD DE SEVILLA (EFE)
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