La tasa de mortalidad en España por la picadura de estos himenópteros es de 0,4 por millón de habitantes, lo que significa que entre 15 y 20 personas podrían fallecer cada año por esto.
Pero no hay que alarmarse: el veneno de las abejas, llamado apitoxina, es una mezcla de ácidos fórmico y clorhídrico, azufre, histamina, proteínas y otras sustancias.
Pero no hay que alarmarse: el veneno de las abejas, llamado apitoxina, es una mezcla de ácidos fórmico y clorhídrico, azufre, histamina, proteínas y otras sustancias.
La cantidad de apitoxina que entra en el cuerpo en una picadura es ínfima –0,0001 gramos–, por lo que para la mayoría de las personas la consecuencia es una fuerte quemazón que se pasa al cabo de unas horas. Un individuo sano que no sea hipersensible al veneno puede soportar hasta veinticinco picotazos sin sufrir más allá de las típicas molestias.
Sin embargo, existen personas alérgicas a las que un solo aguijonazo puede causar un choque anafiláctico, con síntomas como ahogo, asma, vómitos, taquicardia, cianosis y pérdida de conciencia, incluso hasta llegar a provocar la muerte. El porcentaje de población afectada por esta sensibilidad extremaapenas alcanza el 0,05 %, aunque a menudo no lo saben.
Como recuerda la doctora Arantza Vega, coordinadora del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC, “en muchas ocasiones, las personas que sufren una reacción alérgica grave de este tipo no son enviadas a un alergólogo y, por tanto, no reciben un correcto diagnóstico y tratamiento para su enfermedad, con el riesgo que implica el presentar una nueva reacción grave en caso de picadura”.
Por otro lado, también hay personas, sobre todo apicultores, que resisten sin problemas las picaduras y que al cabo de un tiempo de contacto constante con las abejas acaban inmunizadas al veneno. Lo cierto es que la apitoxina se ha usado desde antiguo para curar el reumatismo y la gota. Hoy existe un tipo de medicina alternativa –la apiterapia– que aplica el veneno y otros productos de las abejas para tratar varios trastornos, aunque no ha sido avalada por estudios clínicos rigurosos.
Sin embargo, existen personas alérgicas a las que un solo aguijonazo puede causar un choque anafiláctico, con síntomas como ahogo, asma, vómitos, taquicardia, cianosis y pérdida de conciencia, incluso hasta llegar a provocar la muerte. El porcentaje de población afectada por esta sensibilidad extremaapenas alcanza el 0,05 %, aunque a menudo no lo saben.
Como recuerda la doctora Arantza Vega, coordinadora del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC, “en muchas ocasiones, las personas que sufren una reacción alérgica grave de este tipo no son enviadas a un alergólogo y, por tanto, no reciben un correcto diagnóstico y tratamiento para su enfermedad, con el riesgo que implica el presentar una nueva reacción grave en caso de picadura”.
Por otro lado, también hay personas, sobre todo apicultores, que resisten sin problemas las picaduras y que al cabo de un tiempo de contacto constante con las abejas acaban inmunizadas al veneno. Lo cierto es que la apitoxina se ha usado desde antiguo para curar el reumatismo y la gota. Hoy existe un tipo de medicina alternativa –la apiterapia– que aplica el veneno y otros productos de las abejas para tratar varios trastornos, aunque no ha sido avalada por estudios clínicos rigurosos.
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