LA PRIMERA ROSA BIÓNICA


Investigadores suecos han inaugurado la era de las plantas electrónicas. Lograron insertar cables en los tallos y hojas de una rosa y que funcionara como un completo circuito integrado, con sus transistores, interruptores o puertas lógicas. Es solo el principio, pero ellos creen que se podría convertir a las plantas en una especie de centrales eléctricas sin tener que arrancarlas del suelo.



A diferencia de los animales, las plantas no tienen corazón, pulmones u otros órganos complejos. Pero eso no las hace organismos simples. Sin corazón, su sistema vascular se las ha ingeniado para transportar los azúcares generados en las hojas con la fotosíntesis hasta las raíces por un complejo sistema llamado floema. Igual de complejo es el xilema, una especie de tubos que hacen el camino inverso, llevando el agua y los nutrientes tomados de la tierra al resto de la planta.

El transporte del agua por este tejido vegetal se apoya en el mismo doble proceso de tensión y cohesión que se observa al mojar una servilleta de papel. Aunque esté en posición vertical, si hay suficiente agua, esta subirá hasta arriba. Igual de ingeniosa es la circulación de diversas moléculas básicas para las plantas y que se mueven por su diferencial eléctrico en forma de iones.

Investigadores del Laboratorio de Electrónica Orgánica de laUniversidad de Linköping (Suecia) han aprovechado estos mecanismos para casi inventar un nuevo campo científico. Son conceptos que ya se usan para campos similares, como la obtención de materiales orgánicos con propiedades electrónicas, pero en los que no se investiga como convertir las flores en circuitos electrónicos

Tras 48 horas, cortaron el tallo a lo largo, retirando la cutícula exterior, la epidermis y el floema hasta ver aparecer todo un cableado a lo largo del xilema. Algunos cables llegaron, de extremo a extremo. Los investigadores comprobaron que tanto su conductividad como resistencia eran óptimos. Después con otras rosas hicieron dos experimentos sucesivos. Primero quisieron cablear el tallo de una de las flores. Para ello, lo sumergieron en una solución acuosa de un polímero llamado PEDOT. Este material plástico, usado ya por la industria en pantallas táctiles, es un gran conductor eléctrico. Tiene la particularidad de que se disuelve bien en el agua para después solidificarse lo que lo hace el candidato ideal para colarse por el xilema de la rosa.

El segundo experimento lo hicieron con las hojas. Esta vez, en vez de cables en paralelo, querían una especie de red en dos dimensiones. Usando la técnica de infiltración por vacío, los investigadores inocularon en las hojas de la rosa una combinación del polímero PEDOT con nanofibras de celulosa. De nuevo, obtuvieron una gran conductividad. Al conectar los extremos de la hoja, la corriente pasaba por ella. Es más, aprovechando los electrolitos (iones) presentes en la hoja, el mecanismo convertía esta energía electroquímica en energía eléctrica.

La capacidad de conducir la electricidad depende de la cantidad de iones y las plantas transportan una gran cantidad de ellos que cogen del suelo, como iones de nitratos, potasio sodio...

Todos los usos actuales de las plantas como fuente de energía están basados en vegetales y material forestal cortado. Con la electrónica orgánica, se cree que se puede  conseguir la energía por medio de reacciones enzimáticas convirtiendo los azúcares en sustancias con cargas eléctricas que puedan ser recuperadas por sistemas electrónicos dentro de la planta. El objetivo es lograr células de biocombustibles combinadas con almacenamiento eléctrico, baterías, dentro de plantas vivas, sin necesidad de tener que cortarlas.
Aún queda mucho, pero creen que sus rosas electrónicas pueden tener varias aplicaciones. Por un lado, este tipo de cableado podría convertir en sensores a las plantas de su entorno. Además, creen que se podría usar para aumentar los procesos metabólicos de la planta. Pero donde le ven más opciones en la obtención de energía. Las plantas son ya auténticas centrales con un fascinante sistema para transformar la energía del sol en electroquímica. Pero, para sacarla de ellas hay que arrancarlas, ya sea para obtener energía con su quema o biocombustibles con la ayuda de la tecnología.

De hecho, los circuitos inoculados en el tallo y hojas de la rosa empezaron a fallar a medida que se marchitaban y dejaron de funcionar por completo a los dos días. Pero, en un tercer experimento, estos investigadores suecos trasplantaron una rosa floribunda a un matraz de su laboratorio. Mientras la regaban y soleaban, consiguieron reproducir en una de sus hojas vivas su circuito electrónico.

FUENTE: EL PAIS

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