Los científicos ya habían percibido que la mayor diferencia entre los humanos modernos y otros simios, como los chimpancés, es que nosotros tenemos un cerebro grande y hambriento de energía, que es precisamente lo que nos separó de ellos durante la evolución.
La pregunta es, sin embargo, cómo y por qué desarrollamos un cerebro así, que consume el 20 % de nuestra energía.
«La diferencia de masa muscular entre humanos y monos podría aportar una posible explicación», sugiere el nuevo estudio, dirigido por Katarzyna Bozek, del Instituto alemán Max Planck de Biología Evolutiva.
Publicado en la revista PLoS Biology, el estudio se centró en las necesidades metabólicas de los diferentes órganos. Algunos científicos habían sugerido que la rápida evolución del metabolismo de nuestro intestino, por ejemplo, trajo consigo la evolución de nuestro cerebro.
Sin embargo, el equipo sugiere en su artículo que los músculos y el cerebro intercambiaron el uso de energía, compensándolo. Así, han descubierto que en los últimos seis millones de años, los humanos han desarrollado músculos débiles ocho veces más rápido que lo que han tardado en cambiar otras partes de nuestro cuerpo.
Nuestros ancestros poseían una fuerza similar a la de los monos, al menos en los músculos esqueléticos analizados durante el estudio. En la actualidad, nuestra fuerza física es mucho menor, mientras que otras partes del cuerpo, como los riñones, apenas han cambiado a lo largo de millones de años
FUENTE: nationalgeographic
La pregunta es, sin embargo, cómo y por qué desarrollamos un cerebro así, que consume el 20 % de nuestra energía.
«La diferencia de masa muscular entre humanos y monos podría aportar una posible explicación», sugiere el nuevo estudio, dirigido por Katarzyna Bozek, del Instituto alemán Max Planck de Biología Evolutiva.
Sin embargo, el equipo sugiere en su artículo que los músculos y el cerebro intercambiaron el uso de energía, compensándolo. Así, han descubierto que en los últimos seis millones de años, los humanos han desarrollado músculos débiles ocho veces más rápido que lo que han tardado en cambiar otras partes de nuestro cuerpo.
Nuestros ancestros poseían una fuerza similar a la de los monos, al menos en los músculos esqueléticos analizados durante el estudio. En la actualidad, nuestra fuerza física es mucho menor, mientras que otras partes del cuerpo, como los riñones, apenas han cambiado a lo largo de millones de años
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