Investigadores suecos han inaugurado la
era de las plantas electrónicas. Lograron insertar cables en los
tallos y hojas de una rosa y que funcionara como un completo circuito
integrado, con sus transistores, interruptores o puertas lógicas. Es
solo el principio, pero ellos creen que se podría convertir a las
plantas en una especie de centrales eléctricas o gasolineras sin
tener que arrancarlas del suelo.
Y, ¿para qué sirve tal cosa? De
momento, no está claro: simplemente han demostrado que se podría
hacer, aunque los científicos suecos sugieren que gracias a sus
avances será más fácil manipular la fisiología de las plantas
para, por ejemplo, acelerar su crecimiento o convertirlas en células
vivas de combustible. Y sin necesidad de modificar el ADN.
Como explican en la revista Science
Advances Magnus Berggren y Ove Nilsson, del Laboratorio de
Electrónica Orgánica de la universidad Linköping, en Suecia, los
investigadores sumergieron el tallo de una rosa en una solución de
PEDOT, un tipo de polímero conductor que se usa para imprimir
circuitos electrónicos.
Tras 48 horas, los científicos metidos
a jardineros cortaron el tallo a lo largo, retirando la cutícula
exterior, la epidermis y el floema hasta ver aparecer todo un
cableado a lo largo del xilema. Algunos cables llegaron, de extremo a
extremo, hasta los 10 centímetros. Los investigadores comprobaron
que tanto su conductividad como resistencia eran óptimos.
Después, al aplicar una corriente
eléctrica, dichas hojas cambiaban sutilmente de color.
“Mientras que antes carecíamos de herramientas para medir la concentración de diferentes moléculas en las plantas vivas, ahora seremos capaces de influir en la concentración de las sustancias que regulan su desarrollo y crecimiento. También será posible colocar en ellas sensores y transformar el azúcar producida mediante fotosíntesis en electricidad o incluso crear nuevos materiales.”
“Mientras que antes carecíamos de herramientas para medir la concentración de diferentes moléculas en las plantas vivas, ahora seremos capaces de influir en la concentración de las sustancias que regulan su desarrollo y crecimiento. También será posible colocar en ellas sensores y transformar el azúcar producida mediante fotosíntesis en electricidad o incluso crear nuevos materiales.”
"La rosa por sí misma tiene una
muy baja conductividad. Con la que le añadimos introduciendo el
polímero, logramos 0,13 S/cm [siemens por centímetro, unidad de
medida de la conductividad], lo que es suficiente para crear un
circuito dentro de la rosa", dice el profesor Magnus Berggren y
principal autor de la investigación, publicada en Science Advances.
BIBLIOGRAFÍA:
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