En la cueva Rising Star a unos 50km de Johanesburgo (Sudáfrica) se ha hallado una sima con más de 1500 fósiles humanos de los cuales al menos 15 son, según aseguran sus autores como Lee Berger, paleontólogo de la Universidad de Witwatersrand, una nueva especie dentro de nuestro género al que han bautizado como 'Homo naledi'.
Se trata de una nueva especie con una capacidad craneal parecida a la del chimpancé pero con rasgos humanos. Los huesos hallados estaban solo parcialmente fosilizados y a simple vista sobre el suelo.
El análisis de los restos y de su contexto geológico describe una especie que ya no es un simple chimpancé erguido.
Por su morfología, los naledi, parecen estar justo en el límite entre ambos grupos. Medían un metro y medio y pesaban 45kg. No han comenzado a desarrollar un cerebro grande (500cm cúbicos, comparados con los 1200 del Homo sapiens) pero su cuerpo es estilizado y tienen rasgos humanos, por ejemplo la capacidad de andar erguidos, y dientes relativamente pequeños. Sus manos tenían ya el pulgar oponible que les permite fabricar herramientas de piedra y sus pies parecidos al de los humanos de hoy pero un poco más planos.
Según Markus Bastir, un investigador austriaco que trabajaba en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, tras participar en el análisis del Torax del Homo naledi, determinaron que la columna vertebral y el tronco eran muy primitivos como los de un australopiteco. Sus falanges de los dedos eran curvas como adaptación para trepar a los árboles.
Esta mezcla de rasgos es única, lo que les hace distintos al Homo habilis (hasta ahora considerados los 1º miembros del género Homo) y dignos de ser considerados una nueva especie.
Estarían pues situados en el punto intermedio entra los australopitecos y las especies plenamente humanas como el Homo erectus.
Esto supondría que vinieron hace al menos 2 millones de años y les otorgarían un importante papel en la aparición de nuestra especie.
Otros científicos apuntan sin embargo, que los naledi podrían no ser nuestros ancestros directos y se convertirían en un callejón sin salida en la historia de la evolución.
Probablemente, lo mas apasionante del hallazgo son las preguntas que deja sin responder. Los descubridores afirman no haber conseguido datar los fósiles, ni saben como llegaron todos esos cadáveres hasta allí.
Para llegar a la cámara donde se encontraban los restos fósiles hay que recorrer 80m de cueva, trepar una pared y escurrirse por una estrecha grieta. Para esto buscaron expertos en antropología, delgados bajitos y que no sintieran claustrofobia.
Esta ruta es la única que existe hoy y según los estudios geológicos, la única existente cuando se depositaron los cadáveres. Por el tamaño de los huesos, se incluyen niños, adolescentes, adultos y ancianos. Ninguno tiene marcas de traumatismo por la caída a la fosa, y tampoco signos de haber sido devorado por un animal o por su propia especie. No hay rastros de otros animales, sólo pájaros y algunos ratones. No hay marcas de crecida de agua intensas que pudieran haber arrastrado los restos hasta allí, por todo ello la única hipótesis que podemos manejar es que alguien los dejó allí en varios momentos del tiempo. Esto supondría un ritual funerario que hasta ahora solo se atribuía a humanos más modernos y con más cerebro.
La polémica está servida: ¿Pudo una especie de cerebro tan pequeño tener la conciencia suficiente como para sepultar a sus congéneres? ¿Cómo llegaron a la sima en completa penumbra? ¿Por qué no se han podido datar los fósiles con carbono, ADN u otras técnicas, lo que al menos indicaría un rango aproximado de su antigüedad?
Algunos científicos como Kaye Reed, de la Universidad de Arizona, opinan que sin fechas para los fósiles es imposible situar a esta nueva especie en nuestro árbol evolutivo más allá de incluirla en el género Homo.
Para Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos de Atapuerca, el hallazgo es "asombroso". Aunque plantea dudas, pues cree que la cueva en el pasado podría tener otras entradas por lo que se podría acceder a ella sin necesidad de luz artificial y por consiguiente se descartará otra de las hipótesis sugeridas por los descubridores: que los naledi pudieron usar fuego para llegar hasta allí.
Fuente: elpais.com
Se trata de una nueva especie con una capacidad craneal parecida a la del chimpancé pero con rasgos humanos. Los huesos hallados estaban solo parcialmente fosilizados y a simple vista sobre el suelo.
El análisis de los restos y de su contexto geológico describe una especie que ya no es un simple chimpancé erguido.
Por su morfología, los naledi, parecen estar justo en el límite entre ambos grupos. Medían un metro y medio y pesaban 45kg. No han comenzado a desarrollar un cerebro grande (500cm cúbicos, comparados con los 1200 del Homo sapiens) pero su cuerpo es estilizado y tienen rasgos humanos, por ejemplo la capacidad de andar erguidos, y dientes relativamente pequeños. Sus manos tenían ya el pulgar oponible que les permite fabricar herramientas de piedra y sus pies parecidos al de los humanos de hoy pero un poco más planos.
Según Markus Bastir, un investigador austriaco que trabajaba en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, tras participar en el análisis del Torax del Homo naledi, determinaron que la columna vertebral y el tronco eran muy primitivos como los de un australopiteco. Sus falanges de los dedos eran curvas como adaptación para trepar a los árboles.
Esta mezcla de rasgos es única, lo que les hace distintos al Homo habilis (hasta ahora considerados los 1º miembros del género Homo) y dignos de ser considerados una nueva especie.
Estarían pues situados en el punto intermedio entra los australopitecos y las especies plenamente humanas como el Homo erectus.
Esto supondría que vinieron hace al menos 2 millones de años y les otorgarían un importante papel en la aparición de nuestra especie.
Otros científicos apuntan sin embargo, que los naledi podrían no ser nuestros ancestros directos y se convertirían en un callejón sin salida en la historia de la evolución.
Probablemente, lo mas apasionante del hallazgo son las preguntas que deja sin responder. Los descubridores afirman no haber conseguido datar los fósiles, ni saben como llegaron todos esos cadáveres hasta allí.
Para llegar a la cámara donde se encontraban los restos fósiles hay que recorrer 80m de cueva, trepar una pared y escurrirse por una estrecha grieta. Para esto buscaron expertos en antropología, delgados bajitos y que no sintieran claustrofobia.
Esta ruta es la única que existe hoy y según los estudios geológicos, la única existente cuando se depositaron los cadáveres. Por el tamaño de los huesos, se incluyen niños, adolescentes, adultos y ancianos. Ninguno tiene marcas de traumatismo por la caída a la fosa, y tampoco signos de haber sido devorado por un animal o por su propia especie. No hay rastros de otros animales, sólo pájaros y algunos ratones. No hay marcas de crecida de agua intensas que pudieran haber arrastrado los restos hasta allí, por todo ello la única hipótesis que podemos manejar es que alguien los dejó allí en varios momentos del tiempo. Esto supondría un ritual funerario que hasta ahora solo se atribuía a humanos más modernos y con más cerebro.
La polémica está servida: ¿Pudo una especie de cerebro tan pequeño tener la conciencia suficiente como para sepultar a sus congéneres? ¿Cómo llegaron a la sima en completa penumbra? ¿Por qué no se han podido datar los fósiles con carbono, ADN u otras técnicas, lo que al menos indicaría un rango aproximado de su antigüedad?
Algunos científicos como Kaye Reed, de la Universidad de Arizona, opinan que sin fechas para los fósiles es imposible situar a esta nueva especie en nuestro árbol evolutivo más allá de incluirla en el género Homo.
Para Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos de Atapuerca, el hallazgo es "asombroso". Aunque plantea dudas, pues cree que la cueva en el pasado podría tener otras entradas por lo que se podría acceder a ella sin necesidad de luz artificial y por consiguiente se descartará otra de las hipótesis sugeridas por los descubridores: que los naledi pudieron usar fuego para llegar hasta allí.
Fuente: elpais.com
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