Hasta el año 2005, la situación de las personas con enfermedades raras era "descorazonadora", asegura Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. Había tantas patologías y cada una de ellas afectaba a un número tan reducido de personas que el sistema sanitario no "había sabido o no había tenido a bien organizarse para tratarlas". Su suerte dio vuelco cuando cambió la forma de ver el panorama: "Ya no eran unas pocas miles de personas de cada enfermedad, sino que sumando a todas ellas había tres millones de españoles con una enfermedad rara.
Eso es un grupo muy importante de población", explica Montoliu. Hoy es el Día Mundial de las Enfermedades Raras y se celebra con una nueva actitud: "Será posible curar las enfermedades raras, ya no es una quimera, es una certeza".
El mérito de este progreso lo tienen las nuevas herramientas de manipulación de ADN, como el método CRISPR, que han sido una "auténtica revolución", en palabras del investigador, para poder modificar el genoma humano y corregir genes relacionados con enfermedades.
Montoliu ha aplicado estas técnicas a su principal campo de trabajo: el albinismo. En España hay alrededor de 3.000 y 3.500 personas con esta enfermedad rara o condición genética poco frecuente. Se da en uno de cada 17.000 habitantes. El principal problema de las personas con albinismo no es la falta de pigmentación en la piel, como se suele creer, sino las alteraciones visuales que sufren.
"Una persona con albinismo tiene alrededor de un 10% de agudeza visual, eso se considera un grado de discapacidad visual muy elevado. En España son considerados como que padecen una ceguera legal que les impide, entre otras cosas, conducir", narra Montoliu que también forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Raras (CIBERER). El albinismo causa dos tipos de alteraciones visuales: por un lado, estas personas carecen de retina central, por lo que cuando fijan su atención en un objeto o persona lo ven como si fuera desde la retina periférica, es decir, desde un lado y desenfocado, como "si una persona sana lo ve por el rabillo del ojo"; por otro lado, les falta la visión tridimensional, ven en dos dimensiones, lo que provoca que tengan la percepción de la profundidad muy alterada.
Esta discapacidad visual es, además, lo característico y diagnóstico del albinismo. "No es una enfermedad definida con un solo gen, sino que cuentan las mutaciones de muchos de ellos, hemos encontrado hasta 18. Esto desemboca en tipos de albinismo muy diferentes. En algunos de ellos no se pierde la pigmentación, pero en todos hay problemas visuales", explica Montoliu que lleva 25 años en el estudio de esta patología. "En su caso lo evidente no es lo relevante".
Ratones avalar para la curación
La herramienta CRISPR ha permitido al Centro Nacional de Biomedicina reproducir con fidelidad absoluta una mutación genética de una persona en un ratón, creando lo que llaman "ratones avatar". "Lo interesante y poderoso es que no estás investigando la enfermedad en general, sino la patología exacta que tiene esa persona con nombre y apellidos. Observas el posible tratamiento a través del animal que lleva la misma mutación que el individuo", concreta.
Gracias a esta técnica han descubierto que los problemas visuales de la gente con albinismo no se deben a la falta de melanina —el pigmento que da color a piel—, sino a la ausencia de L-DOPA, una molécula que se encuentra en la ruta de fabricación de la melanina y de la dopamina y que se utiliza tradicionalmente para tratar a pacientes con Párkinson.
“Hemos detectado que cuando inducimos un incremento de L-DOPA en la retina de ratones con albinismo mejora su agudeza visual. Aparentemente siguen siendo albinos, pero su visión está corregida”, asegura Montoliu. En Minnesota (Estados Unidos) ya se está probando la L-DOPA en ensayos clínicos para mejorar la visión de los pacientes.
Este tipo de resultados son los que despiertan la certeza de una posible curación de las enfermedades raras. “Cuando uno piensa en una terapia que pueda curar estas patologías, piensa que llegará a sus hijos o nietos. Pero no va a llegar los individuos adultos. La versatilidad y robustez de las nuevas herramientas genéticas permite albergar no solo esperanzas, sino pensar que pronto la habremos desarrollado en humanos. Primero de forma experimental, después de forma rutinaria", razona el investigador que reconoce que hace tres meses no lo hubiera dicho con tanta seguridad. "Estamos avanzando muy rápido, lo veo posible".
El mérito de este progreso lo tienen las nuevas herramientas de manipulación de ADN, como el método CRISPR, que han sido una "auténtica revolución", en palabras del investigador, para poder modificar el genoma humano y corregir genes relacionados con enfermedades.
Montoliu ha aplicado estas técnicas a su principal campo de trabajo: el albinismo. En España hay alrededor de 3.000 y 3.500 personas con esta enfermedad rara o condición genética poco frecuente. Se da en uno de cada 17.000 habitantes. El principal problema de las personas con albinismo no es la falta de pigmentación en la piel, como se suele creer, sino las alteraciones visuales que sufren.
"Una persona con albinismo tiene alrededor de un 10% de agudeza visual, eso se considera un grado de discapacidad visual muy elevado. En España son considerados como que padecen una ceguera legal que les impide, entre otras cosas, conducir", narra Montoliu que también forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Raras (CIBERER). El albinismo causa dos tipos de alteraciones visuales: por un lado, estas personas carecen de retina central, por lo que cuando fijan su atención en un objeto o persona lo ven como si fuera desde la retina periférica, es decir, desde un lado y desenfocado, como "si una persona sana lo ve por el rabillo del ojo"; por otro lado, les falta la visión tridimensional, ven en dos dimensiones, lo que provoca que tengan la percepción de la profundidad muy alterada.
Esta discapacidad visual es, además, lo característico y diagnóstico del albinismo. "No es una enfermedad definida con un solo gen, sino que cuentan las mutaciones de muchos de ellos, hemos encontrado hasta 18. Esto desemboca en tipos de albinismo muy diferentes. En algunos de ellos no se pierde la pigmentación, pero en todos hay problemas visuales", explica Montoliu que lleva 25 años en el estudio de esta patología. "En su caso lo evidente no es lo relevante".
Ratones avalar para la curación
La herramienta CRISPR ha permitido al Centro Nacional de Biomedicina reproducir con fidelidad absoluta una mutación genética de una persona en un ratón, creando lo que llaman "ratones avatar". "Lo interesante y poderoso es que no estás investigando la enfermedad en general, sino la patología exacta que tiene esa persona con nombre y apellidos. Observas el posible tratamiento a través del animal que lleva la misma mutación que el individuo", concreta.
Gracias a esta técnica han descubierto que los problemas visuales de la gente con albinismo no se deben a la falta de melanina —el pigmento que da color a piel—, sino a la ausencia de L-DOPA, una molécula que se encuentra en la ruta de fabricación de la melanina y de la dopamina y que se utiliza tradicionalmente para tratar a pacientes con Párkinson.
“Hemos detectado que cuando inducimos un incremento de L-DOPA en la retina de ratones con albinismo mejora su agudeza visual. Aparentemente siguen siendo albinos, pero su visión está corregida”, asegura Montoliu. En Minnesota (Estados Unidos) ya se está probando la L-DOPA en ensayos clínicos para mejorar la visión de los pacientes.
Este tipo de resultados son los que despiertan la certeza de una posible curación de las enfermedades raras. “Cuando uno piensa en una terapia que pueda curar estas patologías, piensa que llegará a sus hijos o nietos. Pero no va a llegar los individuos adultos. La versatilidad y robustez de las nuevas herramientas genéticas permite albergar no solo esperanzas, sino pensar que pronto la habremos desarrollado en humanos. Primero de forma experimental, después de forma rutinaria", razona el investigador que reconoce que hace tres meses no lo hubiera dicho con tanta seguridad. "Estamos avanzando muy rápido, lo veo posible".
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