El aparato espacial del programa ruso-europeo ExoMars acaba de ser lanzado desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajstán) propulsado por un cohete Proton-M. La ignición de sus motores se produjo a las 10:31 de la mañana (hora española) y los 4.300 kg que pesa el ingenio empezaron a elevarse hasta superar la gravedad terrestre. Tardará diez horas en alcanzar la trayectoria hacia su destino. (Así te lo contamos en directo)
Comienza así el proyecto más ambicioso de la Agencia Espacial Europea (ESA), con la que se pretende, en estrecha colaboración con la agencia rusa Roscosmos, dar un paso decisivo en la exploración de Marte y tratar de averiguar si hay o hubo vida en nuestro vecino rojo. La sonda tardará siete meses en llegar al inhóspito planeta.
Esta será la primera de las dos misiones previstas y consiste en colocar en la órbita de Marte la sonda Trace Gas Orbiter (TGO), para estudiar si el metano detectado en la atmósfera marciana es de origen biológico o geológico, indispensable para determinar la posible presencia de algún tipo de vida, y poner en la superficie del planeta el módulo Schiaparelli, un complejo laboratorio de análisis que recogerá muestras, hará fotografías y enviará a la Tierra los datos obtenidos. Se pondrá así a prueba el dispositivo y la tecnología de entrada en la atmósfera marciana y de descenso y aterrizaje (frenado aerodinámico, apertura de los paracaídas, encendido de los retrocohetes y amortiguación del impacto con el suelo).
La segunda ExoMars deberá arrancar en 2018 y enviará al astro rojo un vehículo "rover" con más equipo e instrumental que el Schiaparelli. Incluirá un taladro para perforar el suelo y extraer muestras a una profundidad inédita hasta ahora. Se espera poder encontrar agua helada o líquida. Aparte de los datos científicos que se obtengan, estas dos misiones servirán de base experimental a fin de preparar otra para 2020, cuyo objetivo será traer directamente las muestras a la Tierra y, al ser de ida y vuelta, servir como referencia para un futuro viaje del hombre a Marte.
Comienza así el proyecto más ambicioso de la Agencia Espacial Europea (ESA), con la que se pretende, en estrecha colaboración con la agencia rusa Roscosmos, dar un paso decisivo en la exploración de Marte y tratar de averiguar si hay o hubo vida en nuestro vecino rojo. La sonda tardará siete meses en llegar al inhóspito planeta.
Esta será la primera de las dos misiones previstas y consiste en colocar en la órbita de Marte la sonda Trace Gas Orbiter (TGO), para estudiar si el metano detectado en la atmósfera marciana es de origen biológico o geológico, indispensable para determinar la posible presencia de algún tipo de vida, y poner en la superficie del planeta el módulo Schiaparelli, un complejo laboratorio de análisis que recogerá muestras, hará fotografías y enviará a la Tierra los datos obtenidos. Se pondrá así a prueba el dispositivo y la tecnología de entrada en la atmósfera marciana y de descenso y aterrizaje (frenado aerodinámico, apertura de los paracaídas, encendido de los retrocohetes y amortiguación del impacto con el suelo).
La segunda ExoMars deberá arrancar en 2018 y enviará al astro rojo un vehículo "rover" con más equipo e instrumental que el Schiaparelli. Incluirá un taladro para perforar el suelo y extraer muestras a una profundidad inédita hasta ahora. Se espera poder encontrar agua helada o líquida. Aparte de los datos científicos que se obtengan, estas dos misiones servirán de base experimental a fin de preparar otra para 2020, cuyo objetivo será traer directamente las muestras a la Tierra y, al ser de ida y vuelta, servir como referencia para un futuro viaje del hombre a Marte.
Un viaje de siete meses
El lanzamiento efectuado hoy aprovecha una "ventana", una posición óptima de ambos planetas, que permite efectuar el viaje en tan sólo siete meses. El Schiaparelli, que pesa 600 kg, se desacoplará de todo el conglomerado tres días antes de llegar a la atmósfera de Marte y, ya en solitario, activará todos sus sistemas cuando se encuentre a 122,5 kilómetros de la superficie del planeta.
Ahí comenzará la operación de descenso. A 11 kilómetros de distancia se abrirán el paracaídas y, a dos metros sobre la superficie, se encenderán los retrocohetes. El choque con el suelo será amortiguado por una estructura deformable fabricada en España, país que colabora ampliamente en el programa.
La zona elegida para el aterrizaje se llama Meridiani Planum, que interesa gracias a su recubrimiento de hematita (óxido férrico), sustancia que los científicos relacionan con la presencia de agua. Por su parte, la sonda TGO rotará en la órbita de Marte para analizar los gases de la atmósfera marciana e intentar determinar si el metano allí concentrado constituye un indicio de la existencia de vida.
ExoMars se puso en marcha después de que los americanos abandonasen la exploración de Marte en 2011 por problemas presupuestarios. La participación de Rusia en esta ocasión es clave. Un cohete Proton-M ha sido el encargado de impulsar la nave, la mayor que la ESA envía al planeta rojo. Los Proton-M están ya perfeccionados y se ha conseguido subsanar los fallos que malograron numerosos lanzamientos entre 2006 y 2013
FUENTE: ABC
El lanzamiento efectuado hoy aprovecha una "ventana", una posición óptima de ambos planetas, que permite efectuar el viaje en tan sólo siete meses. El Schiaparelli, que pesa 600 kg, se desacoplará de todo el conglomerado tres días antes de llegar a la atmósfera de Marte y, ya en solitario, activará todos sus sistemas cuando se encuentre a 122,5 kilómetros de la superficie del planeta.
Ahí comenzará la operación de descenso. A 11 kilómetros de distancia se abrirán el paracaídas y, a dos metros sobre la superficie, se encenderán los retrocohetes. El choque con el suelo será amortiguado por una estructura deformable fabricada en España, país que colabora ampliamente en el programa.
La zona elegida para el aterrizaje se llama Meridiani Planum, que interesa gracias a su recubrimiento de hematita (óxido férrico), sustancia que los científicos relacionan con la presencia de agua. Por su parte, la sonda TGO rotará en la órbita de Marte para analizar los gases de la atmósfera marciana e intentar determinar si el metano allí concentrado constituye un indicio de la existencia de vida.
ExoMars se puso en marcha después de que los americanos abandonasen la exploración de Marte en 2011 por problemas presupuestarios. La participación de Rusia en esta ocasión es clave. Un cohete Proton-M ha sido el encargado de impulsar la nave, la mayor que la ESA envía al planeta rojo. Los Proton-M están ya perfeccionados y se ha conseguido subsanar los fallos que malograron numerosos lanzamientos entre 2006 y 2013
FUENTE: ABC
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