El mieloma múltiple, el segundo cáncer sanguíneo en frecuencia, con más de 120.000 nuevos diagnósticos al año, y el más mortal, es una de las estrellas del congreso de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) que se celebra en Orlando (Florida). En el último mes, la Agencia del Medicamento de EE UU ha aprobado tres nuevos fármacos para esta neoplasia, lo que permitirá alargar la supervivencia de una enfermedad que, hace una década, apenas la tenía en tres o cuatro años.
El más novedoso de estos medicamentos, y como tal fue reconocido en una sesión especial para la prensa dedicada a cánceres hematológicos en el congreso, el daratumumab (Janssen). “Teníamos ganas de usar un anticuerpo monoclonal”, dijo Victoria Mateos, jefa de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca y una de las directoras de la investigación sobre el medicamento. El fármaco tiene una doble vía de acción, como explicó Torben Plesner, del Hospital de Vejle (Dinamarca): por un lado, tiene un papel de regulación de la respuesta inmune. Este es el objetivo de las inmunoterapias: que sea el propio sistema de defensa de los pacientes el que controle el crecimiento del tumor. En este caso, eso se logra al combatir los mensajes que las células neoplásicas envían a las del sistema inmune para que no las ataquen. Pero, además, también tiene un efecto directo sobre el tumor, destruyéndolo. Para ello se basa en una proteína de la superficie de las células plasmáticas, la CD-38.
Plesner presentó un ensayo con 32 personas que estudiaba su efecto combinado con otros dos de los fármacos que ya se usan para tratar mieloma múltiple: la lenalidomida (Celgene) más dexametasona. Se trata de un estudio, el GEN503, en fase temprana destinado a personas que ya no responden a las terapias aprobadas, y que obtuvo los “impresionantes resultados” de una respuesta en el 81% de los pacientes, con tasas de supervivencia del 90% a los 18 meses. Son cifras muy buenas porque en ese estado la esperanza de vida de los pacientes es actualmente muy corta.
Este estudio se complementa con el Sirius que expuso Mateos, con 106 pacientes también ya refractarios a todos los tratamientos actuales, y en el que participaron tres hospitales españoles. A estos se les dio daratumumab solo. En él se vio que “el 30% era capaz de responder con calidad”, con un aumento de la supervivencia global que aún no se ha delimitado, pero que seguro que excede los siete u ocho meses que tienen este grupo de pacientes, ya que la respuesta dura unos ocho meses de media.
Las posibilidades de combinar el daratumumab se multiplican con otros dos medicamentos cuyos ensayos se presentaron en el congreso, al que EL PAÍS ha acudido invitado por Janssen. Uno de ellos, el carfilzomib (Amgen) es el sucesor natural y mejorado del bortezomib (Janssen), el primer tratamiento biológico aprobado hace 10 años para el mieloma múltiple y actualmente es la base de las combinaciones de fármacos que se usan. Ambos actúan sobre el mismo paso del ciclo de las células tumorales, el proteosoma (las moléculas que sirven para eliminar las proteínas obsoletas), con lo que provocan un colapso de las células tumorales. La diferencia en la supervivencia del paciente libre de progresión de la enfermedad (que esta no empeore) es que la media del bortezomib era de 9,4 meses, y la del carfilzomib, de 18,7. “Ambos, daratumumab y carfilzomib, tienen mecanismos distintos, con lo que se podrían combinar”, afirmó Mateos.
De la misma familia de inhibidores del proteosoma es el ixazomib (Takeda), que en el estudio Tourmaline-MM1 demostró su eficacia al añadirlo a la combinación de lenalidomida y dexametasona, como expuso Philipe Moureau, de la Universidad de Nantes. Aparte del resultado (20,6 meses sin que la enfermedad progresara, frente a 14,7 en el grupo que tomó placebo), este producto tiene una ventaja añadida: que se administra por vía oral.
Ante esta cantidad de posibilidades, Plesner y Moureau manifestaron que la elección del médico de qué fármaco prescribir deberá basarse en la toxicidad. Daratumumab tiene la ventaja de tener no tener casi una toxicidad añadida, dijo Plesner, por lo que es claro candidato a combinarse con todo lo demás. Mateos opina que, por primera vez, se puede “apostar por curar” el mieloma múltiple, algo que hace cinco años hubiera sido una idea casi absurda. “Ya hay pacientes que llevan 10, 15 o 20 años sin progresión, por lo que podemos considerar que están curados. El objetivo es que esto les suceda a todos”, añadió. Marceau coincide: “Dentro de no mucho, podremos hablar de curar el mieloma”.
De momento, los tratamientos han sido aprobados en EE UU. A Europa suelen llegar después. Pero Mateos afirma que lo laboratorios tienen programas de acceso que deberían evitar que quien necesitara el fármaco se quedara sin él.
FUENTE: elpais
El más novedoso de estos medicamentos, y como tal fue reconocido en una sesión especial para la prensa dedicada a cánceres hematológicos en el congreso, el daratumumab (Janssen). “Teníamos ganas de usar un anticuerpo monoclonal”, dijo Victoria Mateos, jefa de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca y una de las directoras de la investigación sobre el medicamento. El fármaco tiene una doble vía de acción, como explicó Torben Plesner, del Hospital de Vejle (Dinamarca): por un lado, tiene un papel de regulación de la respuesta inmune. Este es el objetivo de las inmunoterapias: que sea el propio sistema de defensa de los pacientes el que controle el crecimiento del tumor. En este caso, eso se logra al combatir los mensajes que las células neoplásicas envían a las del sistema inmune para que no las ataquen. Pero, además, también tiene un efecto directo sobre el tumor, destruyéndolo. Para ello se basa en una proteína de la superficie de las células plasmáticas, la CD-38.
Plesner presentó un ensayo con 32 personas que estudiaba su efecto combinado con otros dos de los fármacos que ya se usan para tratar mieloma múltiple: la lenalidomida (Celgene) más dexametasona. Se trata de un estudio, el GEN503, en fase temprana destinado a personas que ya no responden a las terapias aprobadas, y que obtuvo los “impresionantes resultados” de una respuesta en el 81% de los pacientes, con tasas de supervivencia del 90% a los 18 meses. Son cifras muy buenas porque en ese estado la esperanza de vida de los pacientes es actualmente muy corta.
Este estudio se complementa con el Sirius que expuso Mateos, con 106 pacientes también ya refractarios a todos los tratamientos actuales, y en el que participaron tres hospitales españoles. A estos se les dio daratumumab solo. En él se vio que “el 30% era capaz de responder con calidad”, con un aumento de la supervivencia global que aún no se ha delimitado, pero que seguro que excede los siete u ocho meses que tienen este grupo de pacientes, ya que la respuesta dura unos ocho meses de media.
Las posibilidades de combinar el daratumumab se multiplican con otros dos medicamentos cuyos ensayos se presentaron en el congreso, al que EL PAÍS ha acudido invitado por Janssen. Uno de ellos, el carfilzomib (Amgen) es el sucesor natural y mejorado del bortezomib (Janssen), el primer tratamiento biológico aprobado hace 10 años para el mieloma múltiple y actualmente es la base de las combinaciones de fármacos que se usan. Ambos actúan sobre el mismo paso del ciclo de las células tumorales, el proteosoma (las moléculas que sirven para eliminar las proteínas obsoletas), con lo que provocan un colapso de las células tumorales. La diferencia en la supervivencia del paciente libre de progresión de la enfermedad (que esta no empeore) es que la media del bortezomib era de 9,4 meses, y la del carfilzomib, de 18,7. “Ambos, daratumumab y carfilzomib, tienen mecanismos distintos, con lo que se podrían combinar”, afirmó Mateos.
De la misma familia de inhibidores del proteosoma es el ixazomib (Takeda), que en el estudio Tourmaline-MM1 demostró su eficacia al añadirlo a la combinación de lenalidomida y dexametasona, como expuso Philipe Moureau, de la Universidad de Nantes. Aparte del resultado (20,6 meses sin que la enfermedad progresara, frente a 14,7 en el grupo que tomó placebo), este producto tiene una ventaja añadida: que se administra por vía oral.
Ante esta cantidad de posibilidades, Plesner y Moureau manifestaron que la elección del médico de qué fármaco prescribir deberá basarse en la toxicidad. Daratumumab tiene la ventaja de tener no tener casi una toxicidad añadida, dijo Plesner, por lo que es claro candidato a combinarse con todo lo demás. Mateos opina que, por primera vez, se puede “apostar por curar” el mieloma múltiple, algo que hace cinco años hubiera sido una idea casi absurda. “Ya hay pacientes que llevan 10, 15 o 20 años sin progresión, por lo que podemos considerar que están curados. El objetivo es que esto les suceda a todos”, añadió. Marceau coincide: “Dentro de no mucho, podremos hablar de curar el mieloma”.
De momento, los tratamientos han sido aprobados en EE UU. A Europa suelen llegar después. Pero Mateos afirma que lo laboratorios tienen programas de acceso que deberían evitar que quien necesitara el fármaco se quedara sin él.
FUENTE: elpais
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